La NASA, a través de su telescopio espacial del Observatorio de Dinámica Solar (SDO), reveló el pasado fin de semana una impresionante imagen de un gran agujero en la capa más externa del Sol, conocida como la corona solar. Con un diámetro de 800.000 kilómetros, esta estructura ha lanzado una poderosa corriente de viento solar en dirección a la Tierra, un fenómeno que podría ser un presagio de futuras tormentas solares de mayor magnitud en los próximos meses.
Un impresionante ‘agujero’ solar de 60 veces el tamaño de la Tierra apuntó a nuestro planeta y no será el único
El agujero en la corona solar, cuya extensión es equivalente a la alineación de sesenta tierras, ha proyectado un plasma que golpeó la Tierra el pasado 31 de enero, justo dos días después de la llegada de la corriente de viento solar desencadenada por una eyección de masa coronal (CME) ocurrida entre el 25 y 26 de enero. Aunque se trata de un fenómeno interesante, las consecuencias de este impacto se han valorado y calibrado como moderadas, pero se prevé que la interacción del plasma con el campo magnético de la Tierra sea de clase G1 en las próximas semanas, aunque en la escala de tormentas solares hablamos un nivel muy bajo de actividad solar con efectos limitados en nuestras comunicaciones y sistemas de navegación.
Pero lo importante es que este evento no es aislado. Las tormentas solares, también conocidas como fenómenos de eyección de masa coronal, están en aumento debido al ciclo solar de 11 años, que ya se encuentra en su fase ascendente. A medida que el Sol atraviesa esta fase, aumenta la actividad de los agujeros coronales, regiones donde el campo magnético se abre, permitiendo que el material solar se expanda hacia el espacio a altas velocidades. Este fenómeno podría generar impactos más intensos en el futuro cercano, ya que las tormentas solares tienen el potencial de afectar nuestras redes eléctricas y satélites, interrumpiendo las comunicaciones globales.
A pesar de los efectos limitados de esta reciente tormenta, los agujeros coronales siguen siendo una preocupación constante para los científicos. Según la NASA, estos agujeros son regiones frías y menos densas que el resto de la corona solar. Son más fríos debido a la naturaleza abierta de su magnetismo, lo que permite que las partículas solares fluyan a través del espacio sin estar confinadas por campos magnéticos turbulentos como los que encontramos en las manchas solares. Estos agujeros se detectan como puntos oscuros en las imágenes capturadas por el SDO, una de las herramientas más avanzadas para el estudio de la actividad solar.
Gracias a su impresionante equipo de investigación, que incluye el Experimento de Variabilidad Ultravioleta Extrema (EVE) para medir la radiación y el Atmospheric Imaging Assembly (AIA) para obtener imágenes ultravioleta, el SDO continúa proporcionando datos vitales para entender cómo estas erupciones solares afectan nuestra atmósfera y nuestro planeta en general. Los científicos advierten que, aunque el impacto de esta tormenta solar particular es moderado, debemos estar preparados para fenómenos más intensos en el futuro, que podrían tener consecuencias de mayor alcance, como daños en satélites y fallos en las redes eléctricas.
El futuro de la actividad solar parece ser impredecible, pero con el análisis constante y los avances en la tecnología espacial, la humanidad está cada vez más preparada para enfrentar los efectos de las tormentas solares y proteger nuestras infraestructuras de comunicaciones y energía.















