El rover Perseverance ha vuelto a sorprender a la comunidad científica con un hallazgo inesperado en el cráter Jézero, un antiguo lecho lacustre que actualmente es el epicentro de las investigaciones de la NASA en Marte.
El 11 de abril, mientras descendía por la colina Witch Hazel, el robot identificó una roca inusualmente oscura, angulosa y plagada de pequeños agujeros. Bautizada como Skull Hill por su peculiar forma, esta piedra ha desconcertado a los científicos: "No debería estar aquí", declaró Margaret Deahn, investigadora de la Universidad de Purdue, quien colabora con el equipo de la misión.
No es un meteorito: descartada la hipótesis más lógica
En un primer momento, la hipótesis más sencilla era también la más habitual: se pensó que la roca podía ser un meteorito. Sin embargo, los análisis realizados con la SuperCam —una cámara láser de última generación instalada en el Perseverance— descartaron esta posibilidad. La composición química de Skull Hill no contenía los niveles elevados de hierro y níquel característicos de una roca de origen extraterrestre. Esta ausencia de metales pesados llevó a los investigadores a descartar su origen espacial, sumando más misterio a su presencia en un terreno donde no debería haber surgido de forma natural.
Con el descarte del origen meteórico, los científicos han planteado una teoría alternativa: Skull Hill podría ser una “flotante”. En geología, este término designa fragmentos de roca desplazados desde su lugar de origen debido a eventos violentos, como impactos de asteroides, o por procesos naturales como la erosión y, en el caso marciano, el flujo de agua. Dado que el cráter Jézero fue un lago hace miles de millones de años, no se descarta que la roca haya sido transportada por antiguas corrientes fluviales o catapultada desde otra zona del planeta por el impacto de otro cuerpo celeste.
Una pieza más del rompecabezas marciano
El rover Perseverance, dotado de una batería de instrumentos sofisticados, está diseñado precisamente para este tipo de investigaciones. Gracias a su capacidad para analizar in situ la composición química de los materiales marcianos, los investigadores pueden avanzar hipótesis con base sólida. Margaret Deahn destaca que la variedad de herramientas del vehículo permite detectar pistas que podrían reconstruir episodios del pasado geológico marciano. Skull Hill, en este sentido, podría no ser solo una anomalía mineral, sino una clave para entender la dinámica de Marte durante sus fases más activas y húmedas.
Saber cómo se comporta la geología marciana, qué fuerzas han moldeado su paisaje y cómo se han desplazado elementos a lo largo de los milenios, resulta crucial para planificar futuras misiones humanas.
