En una industria donde los límites entre lo artístico y lo moral aún generan debate, Emma Stone decidió afrontar de frente uno de los papeles más arriesgados de su carrera. En Pobres criaturas, dirigida por el inconfundible Yorgos Lanthimos, la actriz ganadora del Óscar interpreta a Bella Baxter, una mujer resucitada que debe redescubrir el mundo —y a sí misma— a través de la libertad, el deseo y la experiencia carnal.
La sexualidad, más que un componente decorativo, es columna vertebral del viaje vital que propone la historia. Para Stone, interpretar a Bella significó aceptar que el cuerpo, el placer y el aprendizaje no pueden disociarse en la evolución de un personaje como este. Así lo explicó Lanthimos en declaraciones a Variety, donde reveló que la actriz no solo comprendió la necesidad narrativa de las escenas explícitas, sino que asumió con naturalidad la exposición física y emocional que implicaban.
Un filme sin censura
“No quería una película mojigata”, afirmó el director griego, subrayando la coherencia entre la novela original de Alasdair Gray y su visión cinematográfica. Lanthimos y Stone, que ya habían trabajado juntos en varias ocasiones, construyeron un clima de confianza que fue clave durante el rodaje. “Ya hemos hecho cuatro películas juntos. A veces ni siquiera necesitamos hablarlo demasiado. Cuando mencionaba una escena íntima, Emma respondía: ‘Sí, claro. Es Bella. Haremos lo que tengamos que hacer’”, relató el director.
Igualmente, la producción contó con un coordinador de intimidad
Esa complicidad artística allanó el camino para que Stone se entregara con libertad y convicción a un personaje que demanda una entrega total. Consciente de la sensibilidad de rodar escenas de sexo, la producción contó con un coordinador de intimidad, una figura cada vez más común en la industria, para garantizar el bienestar de los actores. Lanthimos destacó que este apoyo profesional hizo todo el proceso “mucho más fácil para todos”. La presencia de este tipo de figuras en los rodajes es parte de un cambio cultural que busca proteger a los intérpretes sin limitar la creatividad del cine.

Mientras otras actrices, como Mikey Madison de Anora, cuestionan la figura del coordinador de intimidad por distintas razones, Pobres criaturas representa un ejemplo de cómo una colaboración basada en el respeto y la confianza puede abordar temáticas complejas sin perder autenticidad ni poder expresivo.