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Ni contaminan ni alejan a la fauna: la ciencia confirma que los parques eólicos marinos sirven como refugios animales

Lo que está claro es que, lejos de ser simples fuentes de energía, las turbinas eólicas marinas se están convirtiendo en nuevos actores del ecosistema submarino.
Ni contaminan ni alejan a la fauna: la ciencia confirma que los parques eólicos marinos sirven como refugios animales
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Actualizado: 8:00 18/5/2025

Un hallazgo reciente ha sorprendido a la comunidad científica: bajo las aguas de los parques eólicos marinos de los Países Bajos se han identificado rastros de hasta cinco especies de rayas y tiburones, incluidos ejemplares tan imponentes como el tiburón peregrino, el segundo más grande del mundo.

El estudio, liderado por la Universidad de Wageningen y publicado en Ocean & Coastal Management, no solo revela la biodiversidad que rodea a estas infraestructuras energéticas, sino que también plantea preguntas clave sobre su papel ecológico.

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ADN en movimiento: la huella invisible de los océanos

El equipo de investigación ha utilizado una técnica emergente conocida como ADN ambiental (eDNA), que permite detectar la presencia de especies a partir de fragmentos genéticos dejados en el agua. A través del análisis de 436 muestras recogidas en parques como Borssele, Hollandse Kust Zuid o Gemini, los científicos han identificado el rastro de animales que, aunque invisibles a simple vista, dejaron atrás su "huella dactilar genética". “Es como encontrar una huella dactilar en el agua”, explica la investigadora Annemiek Hermans.

Entre las especies más recurrentes figura la raya común (Raja clavata), además de la raya pintada, la raya boca de rosa, la musola dentuda (Mustelus asterias) y el tiburón peregrino (Cetorhinus maximus), que puede alcanzar hasta 10 metros de longitud.

¿Refugios marinos involuntarios?

Aunque aún es pronto para saber si estos animales han adoptado los parques eólicos como nuevos hábitats o si simplemente están de paso, los investigadores apuntan a una hipótesis sugerente: la relativa tranquilidad de estas zonas, prohibidas a la pesca de arrastre, podría estar convirtiéndolas en santuarios involuntarios. La prohibición de técnicas pesqueras agresivas permite que los fondos marinos se regeneren y que especies vulnerables encuentren un respiro en su entorno alterado.

El descubrimiento pone sobre la mesa una oportunidad y un riesgo. Por un lado, los parques eólicos marinos podrían desempeñar un papel insospechado en la conservación marina, protegiendo especies afectadas por décadas de sobrepesca. Por otro, el levantamiento de las restricciones a la pesca de arrastre en estas áreas pondría en peligro ese mismo efecto beneficioso. “Si empezamos a permitir la pesca de arrastre de fondo en estas zonas, corremos el riesgo de sacrificar la misma protección que podrían ofrecer”, advierte Hermans.

Este fenómeno no es nuevo en ecología marina: estructuras artificiales como naufragios, plataformas petrolíferas o, ahora, turbinas eólicas, pueden generar efectos arrecife que atraen vida marina. Sin embargo, la escala y permanencia de los parques eólicos marinos hacen que su impacto sea mucho más relevante, y podría transformar la manera en que diseñamos y gestionamos tanto las infraestructuras de energía renovable como las políticas de conservación oceánica.

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