Mark Zuckerberg está obsesionado por la inteligencia artificial y presume de dar pasos de gigante en un mercado más competitivo, pero también disfruta demostrando que atesora buenas casas o lujosos yates.
Su joya de la corona, Launchpad, el superyate de 300 millones de dólares de Zuckerberg, es un ejemplo perfecto de cómo la ostentación sobre el mar puede traducirse en un impacto ambiental descomunal. Y eso que el dueño de Meta y responsable de Facebook, va de ser una figura sostenible.
El yate de Mark Zuckerberg, un gigante de 300 millones que devora combustible sin freno
Durante los últimos nueve meses, esta mole flotante de 118 metros ha devorado más de dos millones de litros de diésel, liberando unas 5.300 toneladas de dióxido de carbono, según el portal especializado Luxury Launches. Para entender la magnitud, basta un dato: cada hora de navegación emite lo mismo que 630 coches familiares funcionando a pleno rendimiento en ese mismo lapso. O, si se prefiere otra imagen, como si un automóvil típico diera cuatro vueltas completas a la Tierra, recorriendo 160.000 kilómetros.
El periplo comenzó con un despliegue cinematográfico: Zuckerberg, su familia y su tripulación zarparon de San Francisco rumbo al Pacífico Sur, consumiendo en ese primer tramo 676.800 litros de combustible. Más tarde, el yate recaló en aguas noruegas y, en pleno verano, se convirtió en escenario flotante para celebrar el 40º cumpleaños del fundador de Meta en Grecia.
El Launchpad está preparado para el exceso: 26 invitados repartidos en 13 suites, atendidos por 42 tripulantes, y cuatro motores diésel MTU que engullen unos 291 galones de combustible por hora cada uno. Un festín mecánico que mantiene en marcha esta fortaleza marítima de acero y lujo.
Ahora, el yate descansa en el prestigioso astillero de La Ciotat, en la Riviera Francesa, donde comparte muelle con el Koru, la joya de Jeff Bezos. Incluso en travesías cortas, el Launchpad sigue dejando huella: datos del Yacht CO₂ Tracker Collective revelan que, en solo cuatro días navegando entre Positano y Nápoles, emitió 6,2 toneladas de CO₂. Casi nada.















