Cada vez son más los terapeutas que observan en consulta un fenómeno creciente: el progresivo abandono del “te amo” en las relaciones sentimentales. No se trata solo de una cuestión cultural o generacional, sino de un patrón afectivo que tiene raíces profundas en la historia emocional de cada individuo.
El silencio afectivo en la era del “te amo” ausente
Según Florence Escaravage, experta en relaciones, esta inhibición afectiva responde a una mezcla de vergüenza, pudor y miedo a la vulnerabilidad, todos ellos ingredientes que terminan sustituyendo la expresión emocional por el silencio o por gestos indirectos.
Esta tendencia no surge de la nada. Como explica el psicoterapeuta Alain Delourme, muchas personas que hoy se sienten incapaces de verbalizar sus sentimientos crecieron en hogares donde los abrazos eran escasos y las palabras de afecto, aún más. El entorno familiar, según los expertos, es clave para moldear la manera en que una persona gestiona sus emociones adultas. Un niño que no ve amor en casa, que no escucha “te quiero”, difícilmente podrá decirlo con naturalidad más adelante.
Aquí entra en juego un concepto crucial: el apego evitativo. Es decir, un estilo afectivo en el que el individuo aprende a protegerse del sufrimiento emocional cerrándose al contacto íntimo. Según Yvane Wiart, psicóloga de la Universidad París Descartes, estas personas tienden a poner distancia incluso cuando anhelan cercanía.

Amar también se aprende
Cuando el amor llama a la puerta, el impulso no es abrir, sino retroceder. No porque no se sienta, sino porque expresarlo implica exponerse al rechazo y al dolor. El filósofo Laurence Devillairs da una dimensión existencial al asunto: decir “te amo” es, en el fondo, un acto de coraje. Es una promesa, una entrega y una forma de debilidad elegida. Decirlo implica aceptar la incertidumbre del futuro, entregarse sin garantías y mostrarse sin armaduras.
Tal vez por eso hoy muchos optan por decirlo de otras formas: en una mirada, en un mensaje, en una espera, en una taza de café caliente cuando el otro está enfermo. Pero no todo está perdido. Los expertos insisten en que este miedo puede trabajarse. En terapia, muchos descubren que atreverse a decir “te amo” no solo transforma sus relaciones, sino también su propia percepción del amor.