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La Generación Z desespera a sus jefes: el 51% de los supervisores admite frustración al trabajar con jóvenes

Si las compañías quieren evitar que sus supervisores acaben quemados o, directamente, renunciando para no gestionar a veinteañeros.
La Generación Z desespera a sus jefes: el 51% de los supervisores admite frustración al trabajar con jóvenes
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Actualizado: 8:30 16/11/2025
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El dato parece exagerado pero está ahí: el 51% de los supervisores admite sentirse frustrado al trabajar con miembros de la Generación Z. El porcentaje no sale de un hilo viral de LinkedIn, sino de una encuesta de Intelligent.com a mil managers estadounidenses que ya ha sido replicada por medios de recursos humanos porque revela algo incómodo: una parte de los jefes siente que dirigir a los más jóvenes les exige más tiempo, más explicaciones y más gestión emocional de la que estaban acostumbrados. Hasta el punto de que un 18% llegó a plantearse dejar su puesto para no tener que lidiar con ello.

Cuando se les pregunta por qué, los responsables de equipo señalan siempre el mismo paquete de comportamientos: uso excesivo del móvil (50%), percepción de “poca ética de trabajo” (47%), falta de iniciativa (45%) y problemas de gestión del tiempo (44%). Es una lista muy parecida a la que otros informes sobre choque generacional en la oficina vienen recogiendo desde 2023, solo que ahora afecta a un grupo que ya representa en torno al 18-27% de la fuerza laboral y que será mayoría en menos de una década, con lo que el conflicto deja de ser anecdótico.

Choque de expectativas

Lo curioso es que, al mirar la foto completa de 2025, no estamos ante unos jóvenes desinteresados, sino ante una generación con expectativas muy distintas: quieren horarios híbridos, ascenso rápido (hasta un 70% espera promoción en 18 meses) y empresas que hablen de salud mental y propósito. Eso, para managers formados en la cultura del presentismo o de “pagar el derecho de piso”, suena a exigencia o incluso a falta de compromiso. El desfase de expectativas es, en realidad, el núcleo de la fricción: unos creen que están pidiendo condiciones laborales acordes al siglo XXI; otros lo leen como “no quieren esforzarse”.

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La encuesta también cuenta la otra mitad de la historia: tres de cada cuatro jefes dicen haber tenido que ajustar su estilo de liderazgo para esta cohorte, dándoles más feedback, más guía y más contexto que a generaciones anteriores. Es decir, los supervisores reconocen que la Gen Z no es “ingobernable”, pero sí más demandante de tiempo de gestión. Y ese tiempo extra se traduce en más carga, más reuniones uno a uno y, en algunos casos, en la sensación de que el jefe se pasa el día mediando en lugar de sacar trabajo adelante. De ahí que un 27% confiese que, si pudiera, evitaría contratarlos.

Percepciones y contexto

Reducirlo todo a “los jóvenes son vagos” sería, sin embargo, demasiado fácil. Otros estudios de 2025 recuerdan que esta generación ha entrado al mercado después de una pandemia, con salarios de entrada estancados y con una cultura digital que prioriza la comunicación escrita y asincrónica frente a la charla de pasillo. Muchos jefes interpretan esa preferencia por Teams o WhatsApp como frialdad o falta de habilidades sociales; para ellos, en cambio, es simplemente la forma normal de trabajar. El resultado es ese clima de desconfianza mutua: los mayores ven carencias de “soft skills” y los jóvenes sienten que se les juzga por estándares que ya no encajan con la oficina híbrida.

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