A solo unos días del noveno intento de lanzamiento del cohete más potente del mundo, Starship, la situación en la sede de SpaceX en Boca Chica, Texas —rebautizada por Elon Musk como Starbase— parece más inestable que nunca. Lo que debería ser un momento de máxima concentración y emoción se está viendo empañado por acusaciones de caos interno, liderazgo ausente y condiciones laborales alarmantes.
Exempleados rompen su silencio
Dos exempleados, Morgan Wyatt Khan y Dylan Small, han sacado a la luz una serie de denuncias que van desde el abandono del protocolo de seguridad hasta la desmotivación total del equipo técnico. Ambos describen una cultura laboral tóxica, una gestión desorganizada y un entorno físico insalubre, con menciones a tornillos sueltos, desechos dentro de los cohetes y una preocupante exposición a materiales peligrosos como el nitrógeno líquido.
En sus testimonios, destacan una sensación común: la ausencia de Elon Musk se nota. Su participación en política y su obsesión con otras de sus compañías han llevado, según denuncian, a que SpaceX funcione “en piloto automático”, sin dirección clara y con una tasa de rotación de empleados “históricamente alta”. Para Small, que trabajó en el Falcon 9 y luego en Starship, la gestión actual de la planta es “terrible”. Según afirma, contrajo tuberculosis en Starbase y no recibió apoyo alguno por parte de la empresa.
Lo más simbólico fue un mensaje dirigido directamente a Musk: “La moral está baja. La gente está quemada. Por favor, vuelve y habla con los soldadores, los técnicos, los operadores. Todos siguen creyendo en la misión. Te necesitan.”

El mensaje no cayó en saco roto. Musk ha confirmado públicamente que visitará Starbase la próxima semana para dar una charla a los empleados antes del crucial lanzamiento. Pero la gran pregunta es si su presencia bastará para contener una situación que, como el propio cohete, parece estar acumulando demasiada presión interna.
Las explosiones de los vuelos 7 y 8, sumadas a los fallos recientes en pruebas de ignición, han dejado claro que SpaceX necesita que el vuelo 9 funcione como nunca. El objetivo no es solo recuperar impulso técnico, sino evitar una fuga de talento e ilusiones entre su propio equipo.