La llegada de El caballero de los Siete Reinos a HBO Max en 2026 está levantando expectación entre los seguidores del universo de George R. R. Martin, pero también ha generado una conversación inesperada alrededor de un detalle aparentemente menor: los estandartes Targaryen. En el tráiler recién publicado, los dragones bordados ondean con dos patas y dos alas, tal y como el autor de Canción de hielo y fuego describió en sus novelas. Puede parecer un matiz anecdótico, pero para los lectores más atentos supone la corrección de un error que lleva años incomodando al propio Martin.
La cuestión no es trivial, como recoge The Direct. En Juego de Tronos, especialmente a partir de la quinta temporada, los estandartes que acompañaban a Daenerys Targaryen mostraban dragones de cuatro patas. Esa imagen, ampliamente difundida en pósters, merchandising y escenas icónicas, acabó sustituyendo en el imaginario popular al diseño original. Martin nunca ocultó su descontento: si en Poniente los dragones existen y son visibles, ¿por qué representar uno con una anatomía fantástica imposible, cuando cualquier habitante puede contar cuántas extremidades tiene una criatura real? Su crítica apuntaba a la coherencia interna del mundo que él mismo había construido.
El estandarte, en el punto de mira
En La casa del dragón, el primer gran spin-off, ese error se mantuvo por una decisión de continuidad visual. El equipo creativo defendió entonces que modificar la iconografía podía confundir al espectador. Sin embargo, esta solución no convenció a los lectores, quienes consideraban que era precisamente la etapa histórica narrada —con dragones vivos en número considerable— la que hacía más evidente la contradicción. La imagen de los Targaryen, y su estrecho vínculo simbólico con los dragones, forma parte del ADN político y cultural de la saga.
El caballero de los Siete Reinos ocurre casi un siglo antes de los acontecimientos de Juego de Tronos y sitúa su acción en un Poniente menos monumental y más desgastado, donde la historia se cuenta desde abajo. La serie sigue a Ser Duncan el Alto, un caballero sin linaje ni fortuna, y a Egg, un niño que oculta una identidad clave para el futuro de la dinastía. Este enfoque más íntimo también permite revisar la iconografía desde un lugar más cercano a la tradición escrita por Martin, sin la presión de mantener decisiones visuales heredadas.
Volver al canon
La corrección del estandarte funciona, además, como una declaración de intenciones. HBO parece consciente del desgaste de marca que sufrió Juego de Tronos tras su final y sabe que buena parte de la comunidad valora la fidelidad al detalle en la adaptación. Atender a un cambio tan concreto no es solo satisfacer una reivindicación de fans: también enfatiza que la producción está escuchando a la fuente original y apostando por recuperar cierta precisión simbólica perdida en el camino.
No está claro si esta nueva serie tendrá el impacto cultural de su predecesora o si se moverá en un tono más contenido, casi de crónica medieval íntima, tal y como sugieren las novelas cortas en las que se basa. Lo que sí parece evidente es que la serie se ha propuesto empezar con el pie firme: respetar el canon donde otros lo diluyeron y restaurar una imagen que Martin defendió durante años. A veces, el gesto más pequeño —como devolverle a un dragón sus extremidades correctas— puede ser la forma más efectiva de recuperar la confianza.















