La industria del entretenimiento vuelve a estar en el ojo del huracán. Netflix, que en los últimos años ha realizado inversiones millonarias en proyectos de dudosa calidad, ha sido víctima de una estafa que pone en entredicho su sistema de financiación.
Antes del fracaso de Estado Eléctrico en audiencias, hace unos meses, salía a la luz que la plataforma había desperdiciado 55 millones de dólares en una ambiciosa serie de ciencia ficción que nunca vería la luz del día. Detrás del fallido proyecto se encontraba Carl Erik Rinsch, un cineasta con una trayectoria más que cuestionable, quien acaba de ser arrestado tras ser acusado de malversar parte del dinero que recibió.
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Para muchos, el nombre de Rinsch no resultará familiar, pero su trabajo sí. Su mayor crédito en Hollywood es La leyenda del samurái: 47 Ronin (2013), un desastre de taquilla y crítica protagonizado por Keanu Reeves, considerado una de las peores películas en las que el actor ha participado.

A pesar de este antecedente, Netflix no dudó en confiar en él y le entregó 44 millones de dólares para dar forma a una nueva serie de ciencia ficción. No obstante, cuando el presupuesto inicial no fue suficiente, la plataforma accedió a transferirle otros 11 millones. Y ahí comenzaron los problemas.
Los fiscales encargados del caso han detallado que Rinsch no utilizó ese dinero para terminar la serie. En su lugar, el director apostó por realizar inversiones especulativas, perdiendo alrededor de la mitad en negocios fallidos. La otra parte fue destinada al mercado de criptomonedas, donde, curiosamente, sí obtuvo beneficios. Sin embargo, lejos de reembolsar el dinero a Netflix o justificar su gasto en la producción, Rinsch optó por un camino completamente diferente: un derroche de proporciones cinematográficas.

Según los informes judiciales, el director gastó unos 10 millones de dólares en lujos personales. Entre las compras destacan 1,8 millones en facturas de su tarjeta de crédito, 1 millón en honorarios legales para demandar a Netflix—exigiendo 14 millones adicionales en daños por la supuesta ruptura de contrato—, 3,7 millones en muebles y antigüedades, 2,4 millones en automóviles de lujo, incluyendo cinco Rolls-Royce y un Ferrari, y 652.000 dólares en relojes y ropa.
Rinsch fue detenido en West Hollywood y llevado ante un tribunal federal de California, donde, según informa la BBC, decidió no declararse culpable en su primera comparecencia. Mientras tanto, Netflix ha optado por mantenerse en silencio, sin emitir declaraciones sobre el caso. El escándalo deja en evidencia los riesgos de las inversiones de la plataforma en proyectos que, muchas veces, dependen de nombres sin un historial sólido en la industria. Una vez más, se abre el debate sobre la viabilidad del modelo de negocio de Netflix y su criterio a la hora de seleccionar a sus creadores.