No se trata de una lista de favoritas ni de clásicos del cine, sino de una cuestión de reacciones fisiológicas: aceleración del pulso, tensión muscular, sudoración. El estudio Science of Scare ha medido las respuestas cardíacas de más de 250 voluntarios mientras veían algunas de las películas de terror más comentadas, con el fin de determinar cuál es la más aterradora desde un punto de vista físico.
El resultado ha dado un ganador claro: Sinister, dirigida por Scott Derrickson y protagonizada por Ethan Hawke, se lleva la medalla de oro como la cinta que más hace latir el corazón. Lo curioso del experimento es que no busca premiar la calidad cinematográfica, ni el guion más elaborado, ni las interpretaciones más memorables. Se trata de medir el miedo como una respuesta biológica.
El miedo, medido con ciencia
En ese sentido, sorprende que películas clásicas como El resplandor o El exorcista no figuren en el ranking. En su lugar, encontramos una mezcla de propuestas contemporáneas, cine independiente e incluso títulos que muchos espectadores podrían no haber visto, como Skinamarink o Hell House LLC, que destacan por su capacidad para desestabilizar al público.
El podio lo completa Host, una película rodada durante el confinamiento y que exprime con eficacia el formato de las videollamadas para generar inquietud, y Skinamarink, una obra experimental que ha dividido a la crítica, pero que se ha ganado el respeto del estudio por su atmósfera opresiva.
Sustos medidos al milímetro
En la lista también figuran Insidious y Expediente Warren, representantes del cine de terror más comercial, y otros títulos como Smile, Hereditary y El exorcismo de Emily Rose, que mezclan elementos psicológicos con sustos bien calibrados.
El único título que se cuela desde 2023 es *Talk to Me (Háblame), el debut de los hermanos Danny y Michael Philippou, que ha ganado una legión de seguidores por su original propuesta sobre posesiones juveniles. Ocupa la décima posición, pero según el estudio, sus picos de susto son especialmente marcados, lo que sugiere que sus creadores podrían convertirse en referentes del nuevo terror. Una afirmación nada descabellada si se tiene en cuenta que su próxima película ya genera expectativas elevadas.