El enigma de la Sábana Santa vuelve a reescribirse. Uno de los símbolos más reverenciados del cristianismo —la supuesta mortaja que envolvió el cuerpo de Jesús tras la crucifixión— podría ser, en realidad, una sofisticada creación medieval. Así lo asegura un nuevo estudio publicado en la revista científica Archaeometry, que sostiene que la tela fue elaborada con un molde de bajo relieve, descartando así su contacto directo con un cuerpo humano.
Ante esta posibilidad, el Vaticano ha retirado temporalmente el lienzo de su ubicación habitual en la Catedral de Turín, reabriendo un debate que combina historia, fe y ciencia.
Una estafa de hace 700 años
El autor del estudio es Cicero Moraes, un diseñador brasileño especializado en reconstrucciones forenses 3D, quien utilizó un avanzado software de modelado para analizar las proporciones, profundidad y simetría de la imagen en la sábana. Su conclusión es tajante: los patrones anatómicos y los detalles del cuerpo grabado en la tela no concuerdan con un contacto real con un cadáver, sino que se asemejan más a una impresión realizada con un molde. De confirmarse, esta hipótesis apuntalaría la teoría de que el sudario fue creado en algún momento del siglo XIV, fecha que ya habían arrojado los estudios de datación por radiocarbono realizados en 1988.
Pero el trabajo de Moraes no ha dejado indiferente a la comunidad científica ni religiosa. La historiadora y sindonóloga Emanuela Marinelli, una de las mayores defensoras de la autenticidad del sudario, sigue firme en su postura. Según Marinelli, “las manchas que aparecen son de sangre humana real, no aplicadas con pincel, y la imagen no muestra signos de putrefacción”, lo cual —argumenta— reforzaría la idea de que la sábana captó un fenómeno excepcional e instantáneo, como la resurrección. La experta sostiene que la transferencia de la imagen se produjo por una causa aún desconocida, posiblemente radiante, y no por contacto directo con un molde.
Una reliquia del medievo
Sin embargo, esta no es la primera vez que se pone en duda la autenticidad del sudario. A lo largo del último siglo, científicos de distintas disciplinas han ofrecido teorías contradictorias: desde análisis químicos y paleontológicos hasta estudios de polen que buscaron rastrear su origen en Palestina. El consenso histórico más aceptado por el mundo académico, tras la datación por radiocarbono, es que la tela proviene del medievo, concretamente entre 1260 y 1390. No obstante, la imagen que proyecta —única en su realismo y detalle— sigue desafiando explicaciones concluyentes.
La respuesta del Vaticano, aunque prudente, no ha tardado en llegar. En un gesto poco habitual, las autoridades eclesiásticas han decidido retirar la Sábana Santa de su exposición en la Catedral de Turín mientras se revisan las nuevas evidencias. Aunque no han emitido una declaración oficial sobre la autenticidad del sudario, el gesto revela la incomodidad creciente ante un posible escándalo histórico. Si se confirmara que la Sábana fue elaborada como una falsificación piadosa —como han sugerido algunos historiadores— estaríamos ante una de las mayores controversias religiosas de los últimos tiempos.
Más allá de la fe o la ciencia, la Sábana Santa se mantiene como un poderoso símbolo cultural y espiritual que ha trascendido siglos, guerras y revoluciones. Su imagen, envuelta en misterio, sigue interpelando a millones de creyentes y escépticos. El nuevo estudio no ofrece respuestas definitivas, pero sí plantea una pregunta incómoda: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a reescribir la historia sagrada cuando la ciencia avanza? El sudario de Turín, como tantas veces, vuelve a colocarse en el centro del debate.















