Durante décadas, el menú del día ha sido una de las instituciones más sólidas y queridas de la gastronomía española. Nacido como una herramienta para dinamizar el turismo en los años 60, este formato —compuesto por un primero, un segundo, bebida, pan y postre a precio cerrado— se convirtió en sinónimo de comida casera, asequible y de calidad. Retos como la subida de la materia prima o el cambio de la jornada laboral han influido negativamente.
Ya ni es asequible, ni casera en muchos casos
Pero esa fórmula, que antaño parecía infalible, hoy tambalea. Entre la inflación, la precariedad del sector hostelero y los cambios en los hábitos laborales y alimenticios, el menú del día afronta un momento decisivo: adaptarse o desaparecer. Los números hablan por sí solos: según recoge Xataka de Hostelería de España, cada día se sirven más de cuatro millones de menús en todo el país. Sin embargo, su rentabilidad está en entredicho.
Mientras el precio medio se ha situado en torno a los 14 euros —e incluso más en ciudades como Barcelona o Bilbao—, los costes de materias primas, energía y salarios han subido más de un 39%. El resultado: el 42% de los hosteleros asegura que su negocio ha perdido rentabilidad en el último año. Muchos admiten que mantener los precios estables ha sido una decisión estratégica para no perder clientela, pero económicamente inviable.
El problema es multifactorial
El problema no es solo económico. También es logístico y estructural. Ofrecer variedad diaria implica preparar muchos platos y asumir un alto nivel de desperdicio alimentario cuando los clientes no los eligen. Para responder a este reto, chefs como Eneko Atxa han apostado por la inteligencia artificial. Su herramienta, Delicia.ai, busca optimizar menús en función de márgenes, rotación de platos y eficiencia operativa. Es una solución innovadora para un dilema muy antiguo: cómo seguir siendo atractivo y rentable al mismo tiempo.
Pero incluso si se resuelven los retos de costes y logística, queda una barrera más difícil de sortear: la transformación del estilo de vida. La jornada laboral ha cambiado, el teletrabajo se ha instalado en muchas oficinas y cada vez son más los que optan por llevar su comida desde casa o consumir de forma rápida y funcional.
En este nuevo panorama, el menú tradicional con dos platos, bebida y postre se enfrenta a una clientela que ya no tiene ni el tiempo ni la disposición de antes. Y mientras tanto, las franquicias de sushi, kebabs o bowls ganan terreno ofreciendo rapidez, personalización y estética "instagrameable".















