Devilman Crybaby, el explosivo anime de Netflix lanzado en 2018, es una reinterpretación visceral, adulta y sangrienta del clásico manga Devilman creado por Go Nagai en 1972. Dirigida por Masaaki Yuasa (Mind Game, Ping Pong the Animation), esta adaptación se sumerge sin filtros en un torbellino de sexo explícito, violencia gráfica, posesiones demoníacas y un caos emocional que no da tregua.
Cruda y con un final devastador
Desde su primer episodio, la serie deja claro que no busca complacer ni suavizar: es una experiencia extrema que lleva al espectador por los abismos más oscuros del alma humana. Lejos de ser una simple actualización, Crybaby destruye las convenciones del anime comercial y emerge como una obra radical y desgarradora, cargada de poesía brutal y desesperanza existencial.
La historia sigue a Akira Fudo, un adolescente tímido y empático que es poseído por un demonio llamado Amon durante un ritual fallido. En lugar de sucumbir, Akira mantiene su conciencia humana y se convierte en Devilman, un ser con poderes demoníacos que lucha contra otros demonios que buscan invadir el mundo humano. Lo que comienza como una típica historia de lucha entre el bien y el mal, se convierte pronto en una reflexión desgarradora sobre la crueldad humana, el miedo a lo diferente y la fragilidad de la civilización. La amistad entre Akira y Ryo, su enigmático amigo de la infancia, es el núcleo emocional y trágico de la serie.
La estética de Devilman Crybaby es tan transgresora como su contenido. El trazo fluido y deforme de Yuasa crea un universo animado que parece desintegrarse a medida que la historia avanza hacia el apocalipsis. Lejos del estilo anime más comercial, la serie abraza lo abstracto, lo grotesco y lo psicodélico, lo que recuerda tanto al expresionismo japonés como a los dibujos psicodélicos de los años 70. La música, con beats electrónicos y hip-hop japonés, acentúa el ritmo frenético y anárquico de los episodios, que en ocasiones rozan lo lisérgico.
El manga original de Go Nagai ya había sido un hito en su época, desafiando las convenciones del manga shonen y los códigos de censura. De hecho, su influencia se extiende hasta hoy en obras como Neon Genesis Evangelion, Berserk o Parasyte, todas herederas en mayor o menor medida de su mirada oscura sobre la humanidad y sus impulsos destructivos. Devilman Crybaby retoma ese legado y lo amplifica en una era marcada por el caos digital, el colapso social y la angustia generacional.
A pesar de sus escasos diez episodios, la serie de Netflix logró capturar una intensidad emocional pocas veces vista en la animación moderna. Su desenlace, devastador y hermoso a la vez, convirtió a Devilman Crybaby en una obra de culto instantánea, redescubriendo para nuevas generaciones el grito desolado que Go Nagai lanzó al mundo medio siglo atrás.















