Hablar de Hayao Miyazaki es hablar de uno de los grandes arquitectos del cine moderno. Su legado en la animación japonesa va mucho más allá de los elogios y los premios: es una figura clave en la consolidación del anime como fenómeno global.
Cofundador de Studio Ghibli, Miyazaki ha firmado títulos tan influyentes como Nausicaä del Valle del Viento, Mi vecino Totoro, El viaje de Chihiro o la reciente El chico y la garza. Pero lo cierto es que antes de los grandes éxitos, hubo un momento en que todo ese legado pudo haber desaparecido para siempre.
La princesa Mononoke: la obra maestra de Hayao Miyazaki que estuvo a punto de hundir a Studio Ghibli
A finales de los años 90, el estudio se embarcó en una de sus producciones más ambiciosas: La princesa Mononoke. Estrenada en 1997, la película no solo redefinió el cine de animación japonesa, sino que también puso en jaque la estabilidad económica de Ghibli. Su éxito fue colosal, pero el precio a pagar estuvo cerca de ser catastrófico.

La princesa Mononoke narra la historia de Ashitaka, un joven guerrero maldito por una criatura enloquecida. En busca de una cura, inicia un viaje hacia tierras desconocidas, donde se verá envuelto en un conflicto ancestral entre el progreso humano y la naturaleza, representada por dioses animales y espíritus del bosque. La cinta, profundamente alegórica, se aleja de los tonos más amables de otros títulos de Ghibli y abraza una narrativa adulta, densa, marcada por la ambigüedad moral y el desencanto ecológico.
Con un tono oscuro y una escala visual que exigía una cantidad de trabajo titánica, la producción de La princesa Mononoke fue tan compleja como ambiciosa. Según explicó David Encasis, animador francés que colaboró con el equipo, Ghibli se jugó literalmente el todo por el todo. "Si La princesa Mononoke no hubiera funcionado, Ghibli habría cerrado", confesó Encasis en una entrevista con Vulture. Miyazaki, perfeccionista incansable, no escatimó en recursos ni talento, llegando a supervisar personalmente miles de planos. La inversión fue tan elevada que el propio director admitió que no le importaba si el estudio se hundía, siempre que la película se hiciera tal como él la imaginaba.

En aquel momento, ni siquiera pudo contratar a Encasis como animador profesional, en parte porque no hablaba japonés —un requisito que el director consideraba imprescindible para integrarse en su equipo creativo. La presión era enorme. El estudio estaba al borde del colapso financiero. Pero contra todo pronóstico, La princesa Mononoke superó todas las expectativas: se convirtió en el mayor éxito de taquilla en Japón hasta la llegada de Titanic, y marcó un antes y un después en la historia del anime a nivel internacional.
Hoy, La princesa Mononoke es considerada una obra maestra. Una fábula ecológica cargada de matices que no solo consolidó a Hayao Miyazaki como un autor de culto, sino que salvó a Studio Ghibli del abismo. Su reciente reestreno en cines en versión remasterizada 4K, como parte del 40 aniversario del estudio, ha devuelto al público la oportunidad de revivir su poderío visual en pantalla grande.