Donald Trump llegó avisando con sus aranceles y sus políticas económicas. Amenazó al comercio proveniente de China y sus tiendas online, e incluso apuntó con el dedo a grandes empresas como LEGO. Mientras Europa responde hablando de boicot, desde ayer, las Islas Heard y McDonald, uno de los rincones más aislados de Australia, figuran en la lista de países a los que Estados Unidos impondrá nuevos aranceles comerciales. ¿La curiosidad?
Estas islas, situadas cerca de la Antártida, son completamente deshabitadas, a excepción de algunas colonias de focas y pingüinos. Es una decisión que, en términos comerciales, no parece tener mucho sentido, pero que, sin embargo, encaja en el caos generado por la guerra comercial de Trump.
Trump impone sus aranceles a un paraíso terrenal habitado únicamente por focas, alejado de la humanidad
Ubicadas a miles de kilómetros de la civilización, las islas volcánicas carecen de infraestructuras o población humana. De hecho, las importaciones desde estos territorios a Estados Unidos son mínimas: 1,4 millones de dólares en productos como maquinaria y equipos eléctricos en 2022, con una fluctuación anual que va desde los 15.000 hasta los 325.000 dólares. Pero el presidente Trump ha decidido que también este aislado enclave, conocido por su industria pesquera, debe ser parte de su estrategia económica global.

Las Islas Heard y McDonald no son las únicas afectadas por las nuevas medidas. También se les imponen aranceles a otras islas australianas remotas, como las Cocos (Keeling), la Isla de Navidad y Norfolk, que verán sus productos gravados con un 29% adicional. Y es que, en la lógica de la administración Trump, todo parece entrar en juego en esta guerra comercial. Incluso un paraíso natural en el fin del mundo.