En pleno epicentro de la crisis de natalidad que atraviesa Corea del Sur, un fenómeno insólito está acaparando la atención de sociólogos, demógrafos y economistas: en ciudades como Seúl, ya hay más perros registrados que bebés nacidos en la última década. En 2023, mientras el número de nacimientos apenas alcanzó los 594.000 en la capital, la cifra de mascotas caninas superó los 622.000.
En Seúl ya hay más perros que bebés: una nueva familia para una nueva era
con ellos ha llegado una fiebre de consumo que lo dice todo: se venden más carritos para perros que para niños. Una postal de un país que ha cambiado de prioridades. El cambio no obedece solo a una elección sentimental, sino a causas económicas y sociales profundamente enraizadas. El coste de criar un hijo es desorbitado, la conciliación laboral es aún una promesa pendiente y la presión del entorno profesional es tan alta que muchas mujeres ni se plantean la maternidad.
En este panorama, tener una mascota parece un compromiso emocional mucho más asumible. El perro no solo ocupa un lugar en el hogar, sino también en la rutina, en los afectos y en las redes sociales. Internet ha jugado un papel clave en este giro cultural hacia las mascotas como nuevas compañeras emocionales. En un mundo hiperconectado, donde la interacción cara a cara se reemplaza por pantallas, las redes sociales se han convertido en una especie de placebo emocional.
Mascotas como espejo social: del afecto al fenómeno económico
Nos sentimos “conectados”, pero también más solos que nunca. En ese vacío, las mascotas aparecen como refugio emocional, compañeros que no exigen explicaciones y que ofrecen un tipo de afecto inmediato, constante y sin condiciones. La sociedad digital ha abierto la puerta a nuevas formas de familia y de compañía.
Esta transformación cultural ha derivado en un ecosistema económico paralelo en torno al cuidado animal. Alimentos gourmet, vestimenta de temporada, salones de belleza para mascotas y, por supuesto, los mencionados carritos, que permiten pasear a los perros como si fueran bebés. La mercantilización del vínculo afectivo ha generado influencers caninos, canales de Twitch para ver mascotas en directo y cuentas de Instagram con miles de seguidores que siguen las aventuras de chihuahuas, pomeranias y gatos persas.
Corea del Sur no es un caso aislado, pero sí uno de los más extremos en esta redefinición del concepto de familia y futuro. Y aunque muchos se pregunten si este fenómeno es una simple moda, lo cierto es que apunta a una fractura más profunda: la redefinición de lo que entendemos por familia, compañía y futuro.















