En un entorno donde la mayoría de los peces nadan con elegancia entre corrientes, existe una criatura que prefiere caminar. El pez murciélago —nombre común de varias especies del género Ogcocephalus— es uno de los animales más extraños del fondo marino, y recientemente ha sido avistado en zonas del Mediterráneo español, despertando el interés de biólogos marinos por su peculiar morfología y comportamiento.
Con un cuerpo achatado, extremidades adaptadas para desplazarse sobre la arena y una apariencia que recuerda a una criatura de otro planeta, este pez se mueve como si patrullara el lecho marino en busca de presas.
No nada, camina
Lo que más llama la atención es su forma de andar. A diferencia de la mayoría de peces, que utilizan su cola para impulsarse, el pez murciélago se apoya en unas aletas pectorales que funcionan casi como patas, desplazándose a pequeños pasos torpes pero decididos. Esta estrategia no es casual: su dieta se basa en pequeños invertebrados y peces que habitan en el fondo, y su forma de moverse le permite acercarse sin levantar demasiada arena. A menudo, pasa desapercibido por su capacidad para mimetizarse con los sedimentos, lo que lo convierte en un depredador eficaz, a pesar de su aspecto poco ágil.
Otra característica que ha intrigado a los científicos es su “blindaje”: el cuerpo del pez murciélago está recubierto por una piel dura y rugosa, parecida a una armadura, que lo protege de predadores y le permite resistir entornos con poca oxigenación o altas presiones. Esta adaptación, junto a su andar sigiloso, le da un aire prehistórico que recuerda más a un tanque biológico que a un pez tradicional. Algunos ejemplares estudiados presentan incluso modificaciones en el hocico que les permiten excavar ligeramente el lecho marino.
El reciente avistamiento en aguas españolas podría estar relacionado con cambios en la temperatura del mar o con movimientos migratorios poco documentados de especies de aguas profundas. Según expertos del Instituto Español de Oceanografía, estos peces suelen habitar zonas tropicales y subtropicales del Atlántico y el Caribe, por lo que su aparición en el Mediterráneo podría ser indicio de desplazamientos ligados al calentamiento global o a variaciones en las corrientes marinas. En cualquier caso, no se trata de una especie peligrosa para el ser humano, aunque sí rara y fascinante desde el punto de vista científico.
