Un equipo de científicos ha propuesto una hipótesis innovadora para explicar las órbitas inusuales de los planetas exteriores del Sistema Solar. Según su reciente estudio, un objeto de tamaño planetario, que pudo haber sido un intruso interestelar, habría modificado permanentemente las trayectorias de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno hace unos 4 mil millones de años. Hay diversas explicaciones, desde agujeros negros a cuerpos celestes extraños que hayan cambiado el curso de las órbitas.
Científicos proponen que una entidad o suceso desconocido pudo haber influido en la órbita de cuatro planetas
Este objeto, según los responsables del estudio, posiblemente una enana marrón o un cuerpo subestelar, habría cruzado el sistema solar primitivo, alterando las órbitas de los gigantes gaseosos y contribuyendo a la configuración actual del sistema. Durante más de un siglo, los astrónomos han debatido cómo se formaron los planetas del sistema solar. La teoría dominante sostiene que los planetas deberían seguir órbitas casi concéntricas alrededor del Sol. Pero, de manera un tanto curiosa, las órbitas de los planetas exteriores presentan pequeñas inclinaciones y elipticidades, lo que ha desconcertado a los científicos.
Renu Malhotra, coautora del estudio y científica planetaria de la Universidad de Arizona, señala que hasta ahora no se había considerado la posibilidad de que un objeto externo de tamaño planetario pudiera haber influido en estas trayectorias. Para probar esta teoría, el equipo de Malhotra llevó a cabo más de 50.000 simulaciones que modelaron el paso de un objeto del tamaño de un planeta o mayor a través del sistema solar en los primeros tiempos del mismo. Cada simulación exploró diferentes variables, como la masa, la velocidad y la proximidad del objeto al Sol. Los resultados revelaron que un pequeño porcentaje de las simulaciones —alrededor del 1%— logró replicar las órbitas actuales de los planetas exteriores, sugiriendo que un intruso planetario pudo haber modificado sus trayectorias de manera irreversible.

El objeto intruso en las simulaciones pasó cerca de la órbita de Urano, y en algunos casos, incluso atravesó la trayectoria de Mercurio. Se trataba de un cuerpo con masas que variaban entre dos y 50 veces la masa de Júpiter, incluyendo enanas marrones, que son cuerpos subestelares más grandes que los planetas pero no lo suficientemente masivos para convertirse en estrellas. Estas enanas marrones son más comunes de lo que se pensaba y podrían haber pasado cerca del sistema solar con mayor frecuencia que las estrellas propiamente dichas, según los investigadores.
Malhotra destaca que la influencia de una enana marrón podría haber sido suficiente para alterar las órbitas de los planetas exteriores, creando el sistema solar tal como lo conocemos hoy. Los investigadores también incluyeron a los planetas interiores, como la Tierra, en sus simulaciones, y los resultados sugieren que el paso de este objeto habría dejado intactas las órbitas de los planetas rocosos. En una simulación particularmente precisa, un objeto con ocho veces la masa de Júpiter pasó a solo 1,69 unidades astronómicas del Sol, lo que coloca su órbita fuera de la de Marte. Este evento habría sido lo suficientemente cercano como para influir en las trayectorias de los planetas exteriores sin afectar gravemente a los planetas interiores.
El estudio sugiere que los sobrevuelos de objetos subestelares podrían haber sido mucho más comunes de lo que se pensaba, abriendo nuevas posibilidades para la comprensión de la formación y evolución de los sistemas planetarios. Aunque este trabajo aún no ha sido revisado por pares, los investigadores creen que esta nueva teoría podría proporcionar una explicación viable para las características atípicas de las órbitas de los planetas gigantes.