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Científicos advierten, la falta de sueño no solo afecta al cansancio, puede provocar daños irreparables y demencia

Mientras tanto, los expertos insisten en la importancia de mantener rutinas de sueño regulares, evitar pantallas antes de dormir, cuidar la exposición a la luz y crear entornos que favorezcan el descanso profundo.
Científicos advierten, la falta de sueño no solo afecta al cansancio, puede provocar daños irreparables y demencia
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Actualizado: 13:01 21/9/2025
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Dormir es mucho más que descansar. Durante años, los científicos han subrayado que el sueño es una necesidad vital tan esencial como comer o respirar. Su ausencia tiene consecuencias devastadoras para el organismo, afectando no solo al estado de ánimo, sino también al sistema inmunológico, cardiovascular y metabólico.

Sin embargo, una de las preguntas más fascinantes de la neurociencia sigue siendo por qué dormimos exactamente y qué ocurre en nuestro cerebro durante esas horas de aparente inactividad. En la última década, las investigaciones han comenzado a revelar una función clave del sueño: actuar como un mecanismo de “limpieza nocturna” que podría reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer.

El vínculo entre sueño y demencia se ha convertido en una de las líneas de investigación más activas de los últimos años. La clave está en el llamado sistema glinfático, un conjunto de estructuras que, a grandes rasgos, actúan como el equivalente cerebral del sistema linfático. Su función es literalmente sacar la basura: eliminar proteínas, metabolitos y residuos que se acumulan en el tejido nervioso a lo largo del día. Esta tarea es especialmente importante en el cerebro, un órgano que consume alrededor del 20 % de la energía del cuerpo, y que por tanto genera una gran cantidad de desechos celulares.

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El sistema glinfático y el Alzheimer

Entre las sustancias que deben eliminarse se encuentran las proteínas beta-amiloides, cuya acumulación da lugar a las placas características de la enfermedad de Alzheimer. Estas placas interrumpen la comunicación entre neuronas, desencadenan inflamación y provocan el daño progresivo del tejido cerebral. Según investigadores de la Macquarie University, como Julia Chapman, Camilla Hoyos y Craig Phillips, el sueño podría ser el momento en que el sistema glinfático trabaja con mayor intensidad, favoreciendo la eliminación de estas proteínas antes de que alcancen niveles tóxicos. En otras palabras, una buena noche de sueño no solo restaura la energía, sino que ayuda al cerebro a “limpiar” su propio entorno y protegerse frente a la neurodegeneración.

La evidencia científica respalda esta hipótesis. En 2018, un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) mostró que una sola noche de privación de sueño era suficiente para elevar significativamente los niveles de beta-amiloide en el hipocampo, una región fundamental para la memoria y el aprendizaje. Este hallazgo es inquietante, pues sugiere que incluso alteraciones puntuales del sueño podrían tener un impacto en la acumulación de proteínas tóxicas.

Trastornos del sueño y deterioro cognitivo

Los riesgos no se limitan a las noches en vela esporádicas. Los trastornos crónicos del sueño, como el insomnio o la apnea, han sido asociados con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Estudios observacionales muestran que quienes duermen menos de seis horas de forma habitual presentan más depósitos de beta-amiloide en el cerebro que quienes tienen un sueño reparador. Además, se plantea que las interrupciones en el sueño profundo, la fase en la que el sistema glinfático parece ser más activo, podrían comprometer la eficacia de esta “limpieza cerebral”.

Este vínculo ha impulsado a la comunidad médica a recomendar estrategias de higiene del sueño como parte de la prevención del deterioro cognitivo, del mismo modo que se aconseja controlar la presión arterial o practicar ejercicio físico.

Preguntas abiertas y futuro de la investigación

Quedan, sin embargo, interrogantes importantes. Una de ellas es el papel de los somníferos. Aunque favorecen el sueño desde el punto de vista conductual, algunos estudios, como uno reciente publicado en Cell, han observado que en ratones ciertos fármacos no activan el mismo circuito neuroquímico que impulsa el flujo glinfático. Esto sugiere que dormir gracias a medicación no siempre equivale a obtener los mismos beneficios de limpieza cerebral que el sueño natural.

También se desconoce hasta qué punto es posible revertir los daños acumulados por años de mal sueño y si existen intervenciones que puedan estimular directamente el sistema glinfático para reducir el riesgo de demencia.

Dormir como herramienta de prevención

En definitiva, la ciencia comienza a dibujar un panorama en el que dormir bien podría ser una de las formas más sencillas y poderosas de proteger nuestro cerebro a largo plazo. Si futuros estudios confirman estas hipótesis, el sueño podría dejar de verse como un lujo en nuestra sociedad acelerada para ser tratado como una herramienta de prevención de enfermedades tan devastadoras como el Alzheimer.

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