China ha intensificado el desarrollo de armas avanzadas diseñadas específicamente para neutralizar los portaaviones estadounidenses, lo que podría alterar significativamente el equilibrio de poder en el Pacífico. Según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), el país asiático lleva años perfeccionando sistemas de ataque de largo alcance capaces de restringir la movilidad de la Marina de EE.UU., limitando su capacidad operativa en regiones clave.
Anti-Acceso/Negación de Área
Esta estrategia, conocida como Anti-Acceso/Negación de Área (A2/AD), busca disuadir cualquier incursión militar estadounidense cerca del litoral chino y de zonas estratégicas como Taiwán o el Mar de China Meridional. Uno de los elementos más preocupantes de esta estrategia es el desarrollo de misiles balísticos de precisión, como los DF-21D y DF-26, diseñados específicamente para atacar portaaviones a distancias de 930 y 1.800 millas náuticas, respectivamente.
Estos misiles, a menudo denominados "asesinos de portaaviones", suponen un serio desafío para las defensas navales estadounidenses, que podrían verse incapaces de interceptarlos antes del impacto. Mark Cancian, experto en estrategia militar, advierte que estos avances obligarían a EE.UU. a evitar ciertas áreas del Pacífico por temor a ataques, lo que reduciría drásticamente su dominio en el mar.
Estados Unidos tiene nuevas estrategias defensivas
Sin embargo, la Marina de EE.UU. no ha permanecido pasiva ante la amenaza. Los grupos de ataque de portaaviones han adoptado nuevas estrategias defensivas, reforzando la protección con cruceros y destructores con misiles guiados. Además, los sistemas de defensa no cinéticos han emergido como una solución innovadora para engañar, desviar o interferir con los misiles enemigos, aumentando la probabilidad de supervivencia de los buques.
Según el investigador Bradley Martin, el blindaje reforzado, la compartimentación avanzada y la mejora en los sistemas de control de daños también han sido clave para minimizar el impacto de un ataque. A pesar de estos esfuerzos, los analistas advierten que la creciente sofisticación del arsenal chino podría forzar a EE.UU. a redefinir su estrategia naval. Con 11 portaaviones en activo, la Marina estadounidense ha sido históricamente la fuerza dominante en los océanos, pero la posibilidad de que China desarrolle una fuerza de negación efectiva amenaza con limitar su capacidad de proyección global.
Si un solo portaaviones estadounidense fuera destruido en combate, las bajas podrían superar las sufridas por EE.UU. en toda la guerra de Afganistán e Irak combinadas, lo que convierte a estos buques en objetivos de alto valor. En este contexto, la competencia naval entre Washington y Pekín sigue intensificándose, con China invirtiendo en sistemas que podrían redefinir la guerra marítima.















