El condado inglés de Essex, en Reino Unido, parte del continente europeo, asegura estar “muy alentado” por los resultados de un ensayo que podría cambiar la forma en que se mantiene la red viaria: un asfalto laminado en caliente (HRA) reforzado con grafeno que supera al material convencional frente al tráfico y la meteorología.
El tramo piloto —sobre la A1016, en Chelmsford— se colocó en 2022 y se comparó con un carril adyacente de asfalto estándar para medir el desempeño en condiciones idénticas. Los primeros datos, divulgados esta semana por los responsables del proyecto, muestran un 10% de mejora en las pruebas de rigidez y un 20% menos de sensibilidad al agua, dos métricas estrechamente ligadas a la aparición de roderas y baches.
La iniciativa la impulsa Essex Highways —la autoridad de carreteras del condado— junto a Eurovia UK y su consultora Jean Lefebvre UK (JLUK). El material utiliza un aditivo de grafeno incorporado al HRA para aumentar elasticidad y resistencia sin cambiar los métodos de extendido. “Siempre buscamos mejorar los productos; cuando encontramos un aditivo de grafeno que podíamos mezclar con nuestro HRA, Essex accedió a ser el primero en probarlo”, explicó Paul Goosey, director general de Eurovia. El ensayo incluyó muestras secas y saturadas (72 horas) y ensayos mecánicos para observar dónde falla el compuesto: con el refuerzo, fractura el árido antes que la unión con el betún, señal de que el agente de refuerzo está haciendo su trabajo, detalló JLUK.
Metodología y resultados preliminares
El grafeno —una lámina atómica de carbono de alta resistencia y flexibilidad— ya se había probado en Reino Unido en versiones poliméricas como Gipave (Iterchimica/Directa Plus) en Oxfordshire, Kent, Staffordshire y el propio Essex, e incluso se barajó para la A1 y la M25. La novedad en Chelmsford es el formato (HRA con aditivo) y la metodología comparativa a escala de carril, con monitorización prolongada en una vía real. La autoridad subraya que el material es más caro que el asfalto estándar, pero busca ganar años de vida útil, reducir mantenimiento y, por tanto, bajar emisiones asociadas a obras repetitivas.
¿Puede esto “acabar con los baches”? Los ingenieros piden prudencia con el titular: el bache es el síntoma de varias causas —desde la fatiga del firme hasta el agua infiltrada, cargas pesadas, subrasantes débiles o malas prácticas de reparación—. El refuerzo con grafeno no elimina por sí solo todos esos factores, pero sí mejora dos vulnerabilidades clave: deformación bajo carga (rigidez) y daño por humedad (sensibilidad al agua). La comparación en la A1016 apunta justo ahí, y por eso Essex habla de resultados “muy alentadores” más que de milagros.
Claves técnicas y comparativas
Para el lector técnico: el HRA tradicional es una mezcla fina que puede ser propensa a roderas; el SMA (asfalto masilla de piedra) es más grueso, con huecos donde el agua puede acumularse y acelerar el deterioro. El refuerzo ensayado busca elevar el umbral de fallo del HRA sin penalizar la colocación. La comparación con carril de control y el uso de indicadores estándar (rigidez y sensibilidad a la humedad) permiten aislar la contribución del aditivo, un enfoque que faltó en pilotos anteriores menos controlados.
Los próximos pasos pasan por ampliar tramos, vigilar el envejecimiento in situ y cruzar datos con modelos de coste de ciclo de vida. Si las ganancias de rigidez y resistencia al agua se sostienen con tráfico real y ciclos de hielo-deshielo, el sobrecoste podría compensarse con menos intervenciones y menos cortes por obra.















