Desde hace un cuarto de siglo, Mario Salcedo, apodado “Súper Mario”, ha elegido una forma de vida radicalmente distinta: vivir permanentemente a bordo de cruceros. Este cubano residente en Miami dejó en 1999 su exitosa carrera en finanzas para embarcarse, literalmente, en una existencia flotante.
Desde entonces, ha recorrido los océanos a bordo de navíos de la compañía Royal Caribbean, invirtiendo cerca de 100.000 euros anuales en su estilo de vida y convirtiendo el mar en su único hogar. “La vida en tierra es demasiado complicada. Aquí arriba, todo está resuelto”, asegura.
Más marítimo que terrestre
A diferencia de los turistas ocasionales, Salcedo ha estructurado una rutina diaria a bordo que refleja su adaptación plena al entorno marítimo. Dedica las mañanas a pasear por la cubierta, leer prensa financiera y gestionar sus inversiones desde su camarote con balcón. Las tardes las reserva para socializar con la tripulación, degustar whisky en los bares del barco o asistir a espectáculos. En su vida no hay hipotecas, atascos ni tareas domésticas; lo que sí hay es una libertad casi absoluta, según relata en el documental Súper Mario: The Man Who Lives on Cruise Ships.
Ha perdido sus piernas terrestres
Pero esta existencia sin anclas no está exenta de consecuencias. Tras tantos años sin pisar tierra durante periodos prolongados, Salcedo ha desarrollado el denominado “mal de desembarque”, un trastorno neurológico que le provoca una sensación constante de balanceo cuando está en tierra firme. Él mismo reconoce que ha “perdido sus piernas terrestres”, y caminar en línea recta se le ha vuelto complicado. Aun así, considera que este efecto secundario es un precio menor por el tipo de vida que ha elegido.
Con más de 2,5 millones de euros invertidos en esta singular forma de existencia, Mario ha visitado cientos de destinos, aunque confiesa que el itinerario es lo de menos: su verdadero hogar no está en ningún puerto, sino en el propio barco. Aunque la rotación continua de pasajeros puede generar cierta soledad, ha forjado lazos estables con la tripulación y algunos viajeros recurrentes. En ese entorno cambiante, él representa una constante, una figura ya legendaria para quienes frecuentan los cruceros de Royal Caribbean.
La historia de Mario Salcedo pone en cuestión la rigidez de los modelos de vida convencionales. Su elección de vivir a bordo de un crucero no responde a una fantasía de vacaciones perpetuas, sino a una decisión consciente de simplificación, libertad y control personal.