En la vasta historia del cine, los universos compartidos se han convertido en una ambición recurrente de los grandes estudios. Inspirados por el apabullante éxito del Universo Cinematográfico de Marvel (MCU), otras productoras buscaron replicar su fórmula de cohesión narrativa y éxito comercial. Entre estos intentos destaca el Dark Universe de Universal Pictures, un proyecto que prometía resucitar la gloria de sus clásicos monstruos. Pero no salió nada bien. Lo que debía ser un renacimiento de la iconografía del terror se convirtió en uno de los fracasos más estrepitosos de Hollywood. Analizamos, con motivo del estreno de la esperada Hombre Lobo las causas de su debacle y las lecciones que deja a la industria este monstruoso tropiezo.
Así fue el fallido 'Dark Universe' de Universal: Una crónica del mayor fracaso de un universo cinematográfico
El Dark Universe fue concebido como un intento de revitalizar las propiedades intelectuales clásicas de Universal, como Drácula, el Hombre Invisible, Frankenstein, la Momia y el Hombre Lobo. Estos personajes habían sido pilares del cine de terror en las décadas de 1930 y 1940, cimentando el legado del estudio, y convirtiéndose en grandes sagas en el Séptimo Arte, ligadas en muchos casos, a actores y directores de gran prestigio. En un mercado dominado por sagas y licencias interconectadas, Universal visualizó un universo cohesionado que integrara estas figuras icónicas en un relato contemporáneo, acompañado de grandes presupuestos y estrellas de renombre. La idea tenía su miga.

El anuncio oficial del Dark Universe en 2017 fue respaldado por una fotografía promocional que incluía a grandes estrellas de Hollywood como Tom Cruise, Russell Crowe, Johnny Depp y Javier Bardem, quienes interpretarían respectivamente a Nick Morton, el Dr. Jekyll, el Hombre Invisible y Frankenstein. La iniciativa prometía una producción prolífica bajo la dirección de Alex Kurtzman y Chris Morgan, figuras clave en sagas como Star Trek y Fast & Furious, quienes se encargarían de servir como directores creativos y supervisores de las distintas historias. El esfuerzo conjunto, revestido de mucha pompa, parecía destinado a competir con Marvel y DC, dos de los grandes universos cinematográficos en auge por aquellos años.

La base para este universo sería La Momia (2017), protagonizada por Cruise, que serviría como el punto de partida narrativo, y la cinta que marcaría el ritmo de lo que sería una apuesta a largo plazo. Pero no salió bien. La Momia fue recibida con una frialdad devastadora tanto por la crítica como por el público. A pesar de un presupuesto de 195 millones de dólares, apenas logró recaudar 409 millones en taquilla, una cifra insuficiente considerando los costos de producción y marketing. Universal se dejó un auténtico pastizal en convertirla en una película evento, con Cruise paseándose por todos los países en una campaña de promoción histórica. No funcionó.

Los principales problemas residieron en su guion desordenado y muy confuso, que intentó equilibrar el horror con la acción al estilo blockbuster, perdiendo la esencia terrorífica del material original. Además, quedaba muy claro que la intención de La Momia era la de establecer un universo compartido, relegando su narrativa autónoma e independiente -como muchos esperaban- favor de escenas que preparaban futuras entregas y personajes. Da lo mismo. Nada encajaba en una película que, además, luchaba contra el legado de las versiones anteriores de una criatura que había triunfado en el cine con méritos propios. ¿Culpables? Bueno, hay algunos.

El trabajo de Tom Cruise también fue objeto de críticas por parte de muchos, ya que se decía que su influencia en el control creativo de la película eclipsó la visión original del proyecto, mucho más terrorífico que en la línea de producciones como Misión Imposible. Pero las raíces del problema son mucho más profundas.
Universal se precipitó a la hora de establecer un universo cinematográfico de terror por competir con Marvel y se olvidó de lo más importante
Uno de los mayores errores de Universal fue su precipitación. En lugar de construir un universo paso a paso, como lo hizo Marvel con Iron Man (2008), Universal intentó imponer la narrativa compartida desde el inicio, sacrificando la calidad individual de sus películas. Además, la contratación de directores y guionistas no especializados en el género del terror contribuyó a una pérdida de identidad, un aspecto que, aunque no lo parezca, es quizás el más importante.
También fue problemático el exceso de confianza en las estrellas de cine. Mientras que Marvel priorizó el desarrollo de personajes sobre el protagonismo de actores -aunque al final, acabaron mimetizándose con los héroes del tebeo a los que daban vida y se convirtieron muchos en estrellas-, Universal estructuró su proyecto alrededor de figuras como Cruise y Depp, lo que alienó a los espectadores que buscaban un enfoque centrado en los monstruos. ¿El resultado? El golpe fue tan grande, tras La Momia que el Dark Universe quedó en suspenso hasta nuevo aviso.
El Dark Universe ha renacido, pero no de la forma en la que muchos creen
Aunque Universal no anunció oficialmente su cancelación, los planes para películas como El Hombre Invisible y La Novia de Frankenstein fueron reconsiderados, adaptados a recortes de presupuesto y transformados en ideas muy distintas. En 2020, El Hombre Invisible contó con una nueva película, que se estrenó como una producción independiente bajo la dirección de Leigh Whannell, obteniendo éxito crítico y comercial, arrasando en salas pocos días antes de los confinamientos masivos por culpa de la pandemia de coronavirus. Este enfoque minimalista y distinto, marcó un contraste significativo con la grandilocuencia del Dark Universe, y en cierta medida, marcó el camino a seguir.

El Hombre Lobo ha bebido de esta idea, y ha apostado por intentar ser una buena película de terror antes que una producción que sirva como pieza de un puzle aún mayor. Lo que Universal ha aprendido de este gran batacazo, nos demuestra que el éxito de un universo cinematográfico no se puede forzar. La construcción de una narrativa compartida requiere paciencia, coherencia y un respeto por las raíces del material original, algo que incluso sagas como Star Wars no han llegado a aprender hasta pasados muchos años.

Universal ha adoptado un enfoque más reflexivo y cauteloso desde entonces, permitiendo que cineastas con visiones únicas reimaginen sus clásicos sin las ataduras de un universo compartido, así como centrándose en sus parques temáticos. Eso sí, el Dark Universe queda como un recordatorio de que, incluso en una era de sagas taquilleras y los planes quinquenales de los estudios en base a entregas, secuelas y cintas eventos, el cine no puede desligarse de su esencia: contar buenas historias.