El Ministerio de Industria y Turismo de España ha dado un paso firme hacia la modernización de su industria militar: ha aprobado un préstamo de 350 millones de euros a Indra y a su unión temporal de empresas (UTE) con Airbus para avanzar en el desarrollo del Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS), un proyecto que también incluye el Sistema de Armas de Nueva Generación (NGWS). La resolución, publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE), sitúa a España en el núcleo de un ambicioso programa trinacional junto a Francia y Alemania, cuyo objetivo declarado es consolidar la soberanía tecnológica europea en el ámbito de la defensa.
España se une a la élite militar aérea: prepara su avión de combate de sexta generación con fecha de vuelo en 2040
El contexto era ideal. Tras el plantón al F-35 de Donald Trump y EE.UU, España, Francia y Alemania se han volcado con el nuevo caza de sexta generación. FCAS no es un caza cualquiera. Se concibe como un “sistema de sistemas”: integrará cazas tripulados con una red de drones autónomos y plataformas no tripuladas, capaces de operar de forma coordinada en escenarios complejos.
Paralelamente, el NGWS se plantea como la columna vertebral tecnológica que fortalecerá la independencia industrial española y facilitará la interoperabilidad con los aliados de la OTAN. Según fuentes del Gobierno, su desarrollo permitirá “madurar y estructurar capacidades clave en áreas de interés estratégico”.
De los 350 millones, 270 se destinarán al contrato tecnológico nacional del NGWS, centrado en investigación y desarrollo de tecnologías críticas. Los 80 millones restantes se usarán en estudios de combate colaborativos del FCAS, destinados a probar demostraciones de capacidades y evaluar sus beneficios prácticos. El desembolso se realizará en dos fases: 278 millones en 2025 —214 para el NGWS y 64 para el FCAS nacional— y pagos anuales de 18 millones entre 2026 y 2029, repartidos entre ambos programas.
El FCAS tiene la intención de reemplazar tanto al Rafale francés como al Eurofighter Typhoon europeo, pero no todo marcha con fluidez. Las diferencias entre Francia y Alemania son cada vez más evidentes: la distribución industrial y el control del proyecto han sido motivo de fricciones. Dassault Aviation, la firma francesa, reclama más peso en las decisiones y advierte que la gestión actual podría provocar retrasos significativos.
El diseño de la aeronave también divide opiniones: Francia apuesta por un caza de 15 toneladas capaz de operar desde portaaviones, mientras Alemania defiende un modelo de 18 toneladas orientado a la superioridad aérea. España, por su parte, mantiene una posición de equilibrio, abogando por “una estrecha colaboración” entre los socios, según declaró en agosto la ministra de Defensa Margarita Robles.
Se espera que los ministros de Defensa de los tres países se reúnan en octubre para redefinir prioridades y asegurar que la primera fase de investigación y desarrollo avance según lo previsto, con una meta ambiciosa: tener capacidades operativas listas en 2029.















