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Adam Mosseri, CEO de Instagram: 'Nosotros no os escuchamos, no usamos el micrófono del teléfono para espiaros'

El directivo de Meta insiste en que la publicidad dirigida se basa en datos de uso y no en grabaciones secretas, desmintiendo uno de los mitos más persistentes sobre la app.
Adam Mosseri, CEO de Instagram: 'Nosotros no os escuchamos, no usamos el micrófono del teléfono para espiaros'
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Actualizado: 7:00 5/10/2025
adam mosseri
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Es la historia de siempre. Una tarde cualquiera, en una reunión con amigos, surge el plan de improvisar una escapada de fin de semana. Casas rurales, rutas en la sierra, la eterna duda de si conviene alquilar un coche. Todo queda en una conversación trivial, como tantas otras. Sin embargo, horas después, al abrir Instagram, empiezan a aparecer anuncios de portales de viajes, agencias de alquiler y propuestas para perderse por la montaña. La sospecha brota sola: el móvil me está escuchando.

Este mito, repetido durante años en sobremesas y foros de internet, ha sido desmentido una y otra vez por Meta. La compañía, propietaria de Facebook e Instagram, asegura que nunca ha utilizado el micrófono de los teléfonos para orientar la publicidad. Pero la sombra de la duda nunca se disipa del todo.

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Y menos cuando se producen coincidencias tan sospechosas como la que vivimos estos días: Adam Mosseri, CEO de Instagram, publica un vídeo asegurando que no nos escucha, justo en la misma semana en que Meta anuncia que las conversaciones con su asistente de inteligencia artificial se usarán para personalizar anuncios. Eso sí, de momento no en la Unión Europea.

Adam Mosseri, CEO de Instagram, niega la teoría más extendida: “No escuchamos conversaciones ni usamos el micrófono del móvil para espiar”

Mosseri, con un tono ligero pero firme, lo expresó de manera directa. "No usamos vuestro micrófono para espiaros. Sería una violación de la privacidad, drenaríamos la batería del móvil y además aparecería un aviso en pantalla". Para él, la explicación está en factores más mundanos: búsquedas anteriores que olvidamos, interacciones de gente cercana que el algoritmo interpreta como relevantes, anuncios que ya vimos y no recordamos o, sencillamente, coincidencias estadísticas.



Lo cierto es que esta no es la primera vez que Meta se ve obligada a dar explicaciones. En 2016 ya negó rotundamente estas prácticas. En 2018, Mark Zuckerberg respondió ante el Senado de Estados Unidos con un tajante “no” a la misma pregunta. Incluso la comunidad académica lo puso a prueba: un estudio de la Northeastern University analizó más de 17.000 aplicaciones de Android, incluidas las de Facebook, y no encontró evidencias de escuchas encubiertas. Lo que sí observaron fueron otros mecanismos de recolección de datos, algunos igual de invasivos, pero nada relacionado con el micrófono.

No usamos vuestro micrófono para espiaros. Sería una violación de la privacidad

Además, en términos técnicos, resultaría casi imposible que una app se mantuviera escuchando de forma permanente sin dejar rastro. En iOS y Android se requieren permisos explícitos y cualquier acceso al micrófono activa un indicador visible en pantalla. A eso se suma el consumo extra de batería que generaría una escucha constante. Dicho de otro modo: sería un secreto muy difícil de ocultar.

¿Por qué, entonces, persiste el mito? Por un lado, porque la publicidad dirigida es tan precisa que se percibe como brujería tecnológica. Por otro, porque el historial de Meta en materia de privacidad está plagado de polémicas: desde el escándalo de Cambridge Analytica hasta sus constantes choques con la Unión Europea. No es raro que muchos prefieran creer en un micrófono encendido que en el invisible, y mucho más inquietante, engranaje de datos personales que alimenta sus algoritmos.

La paradoja es que, mientras Instagram insiste en que no escucha nuestras conversaciones, Meta introduce cambios que inevitablemente refuerzan la sospecha: ahora sí habrá fragmentos de nuestras charlas -con un asistente de IA, pero charlas al fin y al cabo- que influirán en lo que vemos en pantalla. Y, aunque técnicamente no sea lo mismo, para el usuario medio la diferencia resulta difusa.

La desconfianza hacia la compañía, por tanto, no se combate solo con un vídeo simpático de Mosseri. Hace falta algo más: transparencia real, explicaciones más profundas y un compromiso con la privacidad que vaya más allá de lo mínimo exigido por la ley. Porque mientras la experiencia publicitaria siga siendo tan precisa como inquietante, el mito del micrófono seguirá encontrando eco.

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