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Los vampiros existen: se alimentan de las energías de los demás y así pueden identificarse

Uno de los vampiros de 'Lo que hacemos en las sombras' es de esta categoría y su poder está fundamentado en la psicología.
Los vampiros existen: se alimentan de las energías de los demás y así pueden identificarse
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El término “vampiro energético” puede sonar como algo sacado de una novela de terror, pero en realidad se refiere a personas reales que, a través de sus interacciones, drenan la energía emocional de quienes los rodean. En el ambiente laboral, donde es difícil evitarlos, estos individuos pueden convertir una mañana productiva en un día agotador. Según explica a la CNN Tessa West, profesora asociada de Psicología en la Universidad de Nueva York, estos vampiros se encuentran entre compañeros que monopolizan conversaciones, se quejan constantemente o simplemente evitan el trabajo mientras distraen a los demás. Su presencia no solo agota, sino que genera un estrés perceptible, desde palpitaciones hasta sudor en las palmas, señala la experta.

Señales de alerta y cómo protegerse

Detectar a un vampiro energético no siempre es sencillo, pero existen señales reveladoras: una especie de aprehensión antes de interactuar con alguien, o una conversación que te deja sin energía, podría indicar que estás frente a uno. Algunos vampiros son carismáticos y extrovertidos, se presentan como colaboradores entusiastas en reuniones, aunque rara vez cumplen con sus tareas. Otros son pesimistas declarados que, como menciona el autor Peter Economy, entran a la oficina con una nube de negatividad, arrastrando la motivación de sus compañeros a su paso. En palabras de West, líderes y directivos tampoco están exentos de esta categoría: algunos jefes se caracterizan por delegar trabajo sin asumir ninguna responsabilidad y crear problemas donde no los hay.

Entre las víctimas más comunes de estos “depredadores” emocionales están los empleados introvertidos o aquellos que intentan ver lo mejor en los demás.

¿Quiénes son las víctimas más comunes?

Entre las víctimas más comunes de estos “depredadores” emocionales están los empleados introvertidos o aquellos que intentan ver lo mejor en los demás. Estos vampiros energéticos también detectan puntos débiles en quienes evitan conflictos, personas fáciles de manipular y quienes prefieren la paz en el ambiente laboral. En contraste, suelen evitar a aquellos con redes sociales sólidas, pues los colegas con muchos contactos funcionan como “guardaespaldas” metafóricos, protegiendo su espacio y tiempo de estas intrusiones. El primer paso para escapar de estas interacciones agotadoras es reconocer que eres un objetivo, aconseja Economy.

Estrategias para lidiar con un vampiro energético

Para quienes no pueden evitar las interacciones con estos drenadores, West sugiere un enfoque directo. Aprender a decir frases claras como “Debo seguir con mis tareas, ya hemos terminado aquí” puede ser un salvavidas. Además, levantarse de la silla cuando el vampiro está cerca es un gesto físico que transmite urgencia, una estrategia para acortar esas interminables conversaciones que agotan el ánimo. “Si te quedas sentado, no captan las señales sutiles de que es hora de irse”, advierte West. Además, salir físicamente del lugar, como excusarse para ir al baño, puede ayudar a terminar la charla sin confrontaciones.

Para los vampiros energéticos que buscan cambiar, la solución está en desaprender estos patrones de queja y negatividad.

Protegerse con una actitud positiva y resiliente

Los vampiros energéticos evitan a quienes proyectan una actitud positiva y resiliente. Economy explica que estos individuos, naturalmente optimistas, representan una especie de barrera: desvían el comportamiento negativo y actúan como un “repelente de vampiros”. Para protegerte de esta dinámica, desarrollar una actitud positiva y limitar el tiempo con personas negativas puede funcionar como un escudo efectivo. Sin embargo, también resalta la importancia de desarrollar la compasión como una herramienta protectora, pues entender que el otro quizá usa la queja como mecanismo de socialización evita que su negatividad nos afecte tanto.

¿Pueden cambiar los vampiros energéticos?

Por otro lado, no todos son conscientes de su efecto en los demás. Estos individuos tienden a ver su propia conducta como normal y rara vez se percatan de que su actitud está drenando a los demás. En estos casos, la autocrítica y la apertura a los comentarios pueden ser el primer paso para dejar atrás esta conducta. “Ser conscientes del impacto que causamos en los otros es clave”, afirma Economy, recomendando observar si los compañeros comienzan a evitarnos o se muestran incómodos al interactuar.

Cambiar hábitos para un ambiente laboral más saludable

Para los vampiros energéticos que buscan cambiar, la solución está en desaprender estos patrones de queja y negatividad. Como dice la doctora Irene Jiménez, psicóloga experta en terapia cognitivo-conductual a El País, es posible reemplazar la queja constante con nuevas formas de comunicación y enfoques que promuevan el bienestar en lugar del conflicto. Este cambio requiere esfuerzo y autoevaluación, pero a largo plazo beneficia tanto a quienes lo logran como a quienes los rodean. En definitiva, aprender a gestionar estos hábitos es el primer paso hacia un ambiente laboral más saludable y productivo para todos.

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