Los hipopótamos traídos ilegalmente a Colombia por el narcotraficante Pablo Escobar para su zoológico privado en la Hacienda Nápoles se han convertido en una amenaza ambiental seria para el país. Tras la muerte de Escobar en 1993, estos animales se reprodujeron sin control, alcanzando una población de más de 170 ejemplares, lo que representa la mayor concentración de hipopótamos fuera de África. Sin depredadores naturales y en un entorno favorable, su presencia ha alterado drásticamente los ecosistemas locales, afectando a especies autóctonas y poniendo en riesgo a las comunidades rurales cercanas.
Comen y descomen mucho
El impacto de estos animales sobre el medio ambiente es significativo. Los hipopótamos consumen grandes cantidades de vegetación y liberan enormes cantidades de desechos en los ríos, lo que altera los niveles de nutrientes, afecta la vida acuática y reduce el oxígeno en el agua, lo que pone en peligro a especies como los manatíes y los capibaras. Esta situación ha llevado a las autoridades colombianas a declarar a los hipopótamos como una especie invasora, lo que significa que se deben tomar medidas para controlar su expansión.
Tres meses de plazo para erradicarlos
El Tribunal Administrativo de Cundinamarca ha emitido una sentencia que ordena al Ministerio de Ambiente colombiano a tomar acciones para evitar la proliferación de los hipopótamos en un plazo de tres meses. Esta medida ha sido impulsada por activistas medioambientales, quienes denuncian que la presencia de estos animales afecta gravemente la biodiversidad local, especialmente en áreas como el municipio de Puerto Triunfo, donde los hipopótamos han comenzado a invadir el territorio.
A lo largo de los años, se han intentado diversas estrategias para controlar a los hipopótamos. Un programa de esterilización se paralizó debido a las dificultades logísticas, como la sobrecarga de un helicóptero que transportaba a un hipopótamo sedado. También se han propuesto traslados internacionales, pero estos han encontrado obstáculos debido a la falta de permisos y los altos costos asociados. Hasta ahora, ninguna de estas iniciativas ha logrado frenar la expansión de los hipopótamos.
La población local sufre las consecuencias
La población local también ha sufrido las consecuencias de la presencia de estos animales. Los hipopótamos son extremadamente territoriales y agresivos, y aunque en África matan a más de 500 personas al año, en Colombia han protagonizado varios incidentes violentos. En 2022, un automóvil chocó con uno de estos animales, y en 2023, un ganadero fue gravemente herido por el ataque de un hipopótamo mientras trabajaba cerca de un río.
Frente a la dificultad de controlar la población mediante métodos como la esterilización o el traslado, la opción del sacrificio ha sido mencionada como una de las soluciones más factibles. Esta medida, aunque económica y eficiente, ha generado polémica entre activistas y defensores de los derechos animales, quienes abogan por que la eutanasia solo se utilice en casos extremos. Por otro lado, el traslado de los hipopótamos a otros países sigue siendo una alternativa muy costosa, pero algunas iniciativas, como el envío de ejemplares a santuarios en México e India, están en marcha.
A pesar de todos los esfuerzos, Colombia sigue enfrentándose a una crisis ambiental causada por una decisión tomada décadas atrás por uno de los capos más infames del país. La historia de los hipopótamos de Escobar no solo es un recordatorio del legado del narcotraficante, sino también un desafío para las autoridades y la conservación ambiental en la región.