Marruecos enfrenta una grave crisis de escasez de agua, uno de los problemas más apremiantes del país. Para combatir esta situación, el gobierno ha implementado una medida innovadora conocida como la "siembra de nubes", cuyo objetivo es aumentar las precipitaciones en un 15%. Este proyecto, que se inició en 2023, se ha desplegado en 20 iniciativas a lo largo del país y tiene un coste estimado de 10 millones de euros. La siembra de nubes es una forma de geoingeniería climática que implica la modificación deliberada del clima para producir más lluvias.
Incertidumbre sobre los efectos de la siembra de nubes
A pesar de que esta práctica se ha utilizado en Marruecos desde la década de 1980, el impacto a largo plazo de estas intervenciones aún es incierto. Las autoridades esperan que este esfuerzo pueda aliviar la escasez de agua, pero los expertos advierten que los efectos de la geoingeniería climática podrían ser impredecibles y potencialmente dañinos.
Los vecinos de Marruecos, como Ceuta y Melilla, han expresado su preocupación por los posibles efectos adversos, como inundaciones, erosión del suelo y cambios en los patrones meteorológicos que podrían afectar negativamente sus propias regiones.
Riesgos geopolíticos de la geoingeniería climática
La geoingeniería climática no solo plantea desafíos ambientales, sino también riesgos geopolíticos. La modificación de las condiciones climáticas puede alterar la humedad relativa de la atmósfera, lo que podría generar sequías en algunas áreas e intensas lluvias en otras, desencadenando fenómenos extremos como tormentas o incluso tornados. Estos cambios podrían tensar las relaciones entre Marruecos y España, especialmente si no se establece un acuerdo previo para gestionar las consecuencias transfronterizas de estas intervenciones.
Advertencias de la ONU sobre la geoingeniería
Un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha advertido sobre los peligros inherentes a la geoingeniería climática, señalando que podría desencadenar una serie de reacciones en cadena con riesgos significativos para los seres humanos, los océanos, las temperaturas globales y la biodiversidad. La falta de un entendimiento completo sobre los efectos de estas prácticas subraya la necesidad de precaución antes de continuar con su desarrollo y aplicación a gran escala.
En este contexto, Emma Ruttkamp-Bloem, presidenta de la Comisión Mundial de Ética del Conocimiento Científico y la Tecnología de la UNESCO, ha enfatizado la importancia de considerar las implicaciones éticas y políticas de la geoingeniería climática. Antes de avanzar en estas tecnologías, es crucial comprender plenamente sus efectos y asegurarse de que cualquier debate sobre el tema refleje los intereses y preocupaciones de las diversas regiones y comunidades afectadas. La complejidad de la ingeniería climática requiere una evaluación exhaustiva y un enfoque ético para evitar consecuencias imprevistas y potencialmente desastrosas.