La sociedad actual está bastante concienciada con el deporte. Las plataformas de streaming como MAX ya renuevan su oferta deportiva, y estrellas mediáticas como Ibai se conciencian de su importancia para la salud. Nadie se pone como Superman si no sigue una rutina como la de Henry Cavill para interpretar a Geralt, y el mundo de los dispositivos inteligentes nos ayuda a hacer ejercicio de manera eficiente... ¿o no? Un estudio relativamente reciente sugiere que, en realidad, puede que no hayamos mejorado tanto.
Este trabajo, que ha analizado la información de pulseras inteligentes (tipo smartwatch y otras variantes, de las que registran tu actividad física, tus pasos, etc.) ha revelado cambios en nuestras costumbres recabando datos entre 1995 y 2017 y poniéndolos en perspectiva.
¿Han mejorado nuestras costumbres en materia deportiva?
La conclusión a la que han llegado científicos de las universidades de Florida y Tennesse (EEUU), tras analizar más de una docena de estudios de ocho países distintos es bastante firme y la realidad es que en general, somos algo más sedentarios que en el pasado. En este aspecto, se han centrado en la media de pasos diarios que damos, que suele reflejar un tanto lo activos que nos mantenemos.
Al pensar en gente que lleva uno de estos aparatos, uno pensaría que estamos ante alguien que tiene ya cierta concienciación sobre la importancia de un ejercicio regular. Sin embargo, el hecho es que se ha reducido nuestra actividad general desde finales del siglo pasado. Lo que nos encontramos es que se estima que los niños caminan unos 800 pasos menos diarios, y unos 600 menos en los adultos. Pero lo más relevante es el caso de los adolescentes, que dan unos 1500 pasos menos.
¿A qué se debe esto? Pues sin muchas dudas, al avance tecnológico y los cambios en el comportamiento social. Tanto las posibilidades de ocio desde la comodidad del hogar que llegaron de la mano del acceso general a internet, como los tiempos cada vez más largos que muchos deben dedicar a desplazarse cada día hasta trabajos o centros de estudios y posiblemente los factores económicos reducen nuestro tiempo libre o ganas de dedicarse al deporte.
Evidentemente, influyen muchos otros factores. Por ejemplo, los geográficos. Si vives en una zona sin opciones para hacer deporte con la ayuda de profesionales, es posible que tus buenas intenciones queden en eso. Si no hay instalaciones públicas (que pueden ir desde un carril bici a buenas calles sin tráfico por las que sencillamente pasear), también pueden verse reducidas.
