Michael J. Fox lleva lidiando con el párkinson desde 1991. El actor, que hizo público su diagnóstico a finales de los años noventa, ha concedido una entrevista en la revista People (vía Cinemanía) en la que explica cómo convivió con aquel trastorno que afecta al sistema nervioso central y de qué manera busca afrontar la muerte y el futuro con optimismo y fortaleza. En su nuevo libro, No hay mejor momento que el futuro (Libros Cúpula), ahonda en todas estas cuestiones.
Su diagnóstico le torturó durante años pero ahora lo ve de otra manera
"Mi personaje del teniente de alcalde Michael Flaherty en Spin City no tenía párkinson, de modo que, al final de la segunda temporada, le costaba aparentar que se encontraba sano. Yo me sentía cada vez más preocupado por la posibilidad de que mis espasmos confundieran a los espectadores si estos no estaban al tanto de mi enfermedad, y más incluso por la posibilidad de perderlos como público si llegaban a enterarse", ha comentado Fox en su libro biográfico, que intenta ser ameno y contar con un gran sentido del humor y optimismo.
Fox, que salió de Spin City tras ganar tres Globos de Oro y un Emmy, decidió dedicarse a su familia y recaudar todo el dinero del posible para la investigación contra una enfermedad que sigue haciendo muchísimo daño a millones de personas en todo el mundo.
Como nos explican en Cinemanía, en su nuevo libro hace acopio de fuerzas para hablar y disertar sobre la vejez, el poder de la familia y los amigos y la manera en la que el paso del tiempo influye de manera directa en la manera en la que afrontamos nuestra propia mortalidad. Fox afirma que gracias a su enfermedad supo despojarse del ego y de sus grandes ambiciones profesionales, ayudándole a valorar películas y papeles más o menos pequeños como los de Stuart Little (1999), o en la serie Scrubs (2001). "Descubrí que podía centrarme menos en lo exterior y dejar de intentar ocultar mis síntomas", explica el actor. "Me sentía libre para concentrarme en la tarea que cualquier actor, discapacitado o no, debe cumplir", matiza.
El intérprete acababa de tener al primero de sus cuatro hijos cuando le diagnosticaron párkinson precoz. En estas memorias confirma que, en un primer momento, quiso guardarlo en secreto y decidió entregarse a la bebida para calmar el dolor y olvidarlo todo. Su mujer decidió ayudarlo y le paró los pies. Poco a poco, supo convivir con la enfermedad y decidió mantenerse optimista, dedicarse a su trabajo y entregarse al completo a su familia. ¿Una cura? Fox lo ve complicado. "Cuando me preguntan si creo que curarán mi párkinson, les digo: ‘Ya tengo 60 años y la ciencia es difícil. Así que no”, ha confesado el protagonista de Regreso al futuro.
"Uno no muere de párkinson, pero sí muere con él", confirma el actor, que en los últimos meses ha pasado escribiendo este libro entre dolores, dictándolo a su asistente mientras permanecía en una silla de ruedas de forma ocasional. En cualquier caso, como él mismo afirma, se siente optimista de cara al mañana. Ha recaudado más de 800 millones de dólares para luchar contra el mal que le aqueja, ha publicado varios libros de memorias y ha centrado todos sus esfuerzos en desmitificar y normalizar el párkinson. A día de hoy, comenta, no le teme a la muerte. "En realidad, todo se resume en dar gracias. Estoy agradecido por todo, por cada fractura, por cada gesto y por cada giro equivocado, por las pérdidas inesperadas porque han ocurrido de verdad y porque solo así pueden poner de relieve la alegría, los logros y el tremendo amor de mi familia. Creo que, al final, puedo ser al mismo tiempo un optimista y un realista", concluye el actor.