Fernando, un diseñador gráfico freelance de 43 años que trabaja desde casa y reside en un piso de Vallecas (Madrid), revela en un reportaje exclusivo ofrecido para El Confidencial que lleva más de un año sin poder dormir cómodamente porque su vecina es streamer y hace ruidos a altas horas de la madrugada. Según su testimonio, en el mismo piso vive una conocida streamer de unos veinte años que se dedica a gastar bromas telefónicas a desconocidos mientras suena música a todo volumen con tal de aumentar su número de seguidores y poder seguir viviendo de realizar directos en Twitch. La identidad de la streamer en cuestión permanece en el anonimato por petición del propio Fer para no darle publicidad y evitar problemas.
"A mí me han hecho la vida imposible pero no quiero causarles daño, ni darles publicidad, ni más problemas con ellos. Solo quiero dormir", explicó Fer. El madrileño vive solo en el piso de 65 metros cuadrados que adquirió en octubre del año pasado y desde entonces tiene problemas con los ruidos que provocan sus vecinos streamers. "Empecé a bajar a pedirles que por favor moderaran el ruido, no sabía qué hacían ahí dentro. Pero la cosa seguía semana tras semana. Recuerdo que hasta les dije que jamás llamaría a la policía, que prefería solucionar el tema entre nosotros. No sirvió de nada". Sus peticiones cayeron en saco roto y optó por grabar los ruidos para tener un registro.
Música a alto volumen, retos para ganar seguidores e invitaciones a altas horas de la madrugada
Fer relata que sus vecinos ponen música a un alto volumen a altas horas de la madrugada, gritan, tocan instrumentos e invitan gente externa para hacer aún más ruido. El diseñador gráfico desconocía la profesión de streamer, aunque cuando descubrió lo que era haciendo una búsqueda por internet después de que sus vecinos le dijesen que "somos streamers" entró en cólera. "No tenía ni idea de ese mundo, me puse a investigar y di con ellos en Twitch. Ahí es cuando me entró un cabreo brutal. Me doy cuenta de que es una actividad profesional, de que no hacen nada para evitar el ruido, todo lo contrario, les da exactamente igual, en realidad lo usan para ganar seguidores con absurdas apuestas, retos y juegos". A modo de curiosidad Fer destaca que tuvo que mover su cama de habitación y en su lugar colocó un saco de boxeo al que aporrear para desahogarse.
Lo más surrealista del asunto es que Fer participó en una de las bromas y retos de la streamer sin ni siquiera ser consciente de ello. En pocas palabras, los espectadores de la streamer le ofrecieron tres suscripciones de pago si esta subía a la casa del vecino a pedirle un cigarro, algo a lo que ella aceptó. "Subo, si se queja me la suda", zanjó la streamer cuando se disponía a realizar el reto a las dos de la madrugada. "Yo estaba despierto, picó a la puerta y hasta le regalé un paquete entero de tabaco, no tenía ni idea de lo que había detrás. Meses después vi que había retransmitido en directo, que todo era una broma pesada para, encima, ganar dinero a mi costa", relató fer a El Confidencial.
La policía intervino finalmente para controlar la situación
Harto de esta situación tan desesperante, Fer decidió tomar cartas en el asunto y puso el caso en manos de una abogada. Finalmente, tras varios intentos fallidos de resolver el problema a través de la comunidad y el administrador, Fer no tuvo más remedio que llamar a la policía. "Lo que necesitan son pruebas de que los ruidos se producen y que hay reiteración en el tiempo. Tenía todos los vídeos grabados y esta gente estaba emitiendo casi a diario", reveló además de recalcar que la policía se acercó a su casa hasta en tres ocasiones durante una sola semana. Por surte, desde que la policía entró en escena, la situación se ha calmado y el ruido ha disminuido, aunque este no se trata de un caso aislado.
La Comunidad de Madrid establece que los límites de ruido en interiores son de 35 decibelios en horario diurno y 30 en horario nocturno (de 23:00 a 7:00 am en jornadas laborables, y de 23:00 a 8:00 en festivos). Los vídeos grabados por el propio Fer demuestran que los límites se sobrepasaron en varias ocasiones. Las consecuencias de la falta de descanso afectaron a la productividad de Fer tal y como relató: "Yo me he pasado semanas y semanas en vela, así un año entero, me han vuelto loco. Había días que no me podía ni tener en pie del cansancio. Tengo la suerte de que trabajo desde casa, si hubiera tenido que desplazarme a una oficina no habría tenido fuerza. Pero mi productividad ha bajado una barbaridad. ¿Quién me paga a mí lo que he dejado de ingresar al no ser capaz de trabajar de puro agotamiento físico?".