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¿Existe la ecolocalización humana? La ciencia dice que sí y pretende potenciarla

Según los últimos estudios, los humanos poseemos un sexto sentido similar al de la ecolocalización. El Centro de Información y Redes Neurales de Osaka quiere potenciarlo mediante la tecnología.
¿Existe la ecolocalización humana? La ciencia dice que sí y pretende potenciarla
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Durante años, se ha especulado con la capacidad del ser humano a la hora de detectar objetos en la oscuridad gracias a la manera en la que el sonido rebota en ellos. Es la llamada ecolocalización, algo que permite a los animales como los murciélagos o las ballenas orientarse y detectarse en entornos muy diversos. Si bien es cierto, como explican en medios como Gizmodo, que se han escrito y presentado artículos científicos sobre ello, ahora un equipo de investigadores japoneses parecen haber dado con la tecla a la hora de potenciarla y usarla en nuestro beneficio gracias a la tecnología.

El ser humano podría potenciar este sentido oculto gracias a la tecnología

La investigación liderada por el doctor Miwa Sumiya, del Centro de Información y Redes Neurales de Osaka (Japón), comenzó con un sencillo experimento con 15 voluntarios. Se parte desde un punto claro y básico: seres humanos no estamos acostumbrados de forma natural a emitir sonidos que nos ayuden a ecolocalizarnos. Es decir, no emitimos sonidos de baja ni alta frecuencia para encontrar a nuestros congéneres ni para buscar ese objeto que se nos ha perdido en casa. Pero Sumiya decidió indagar más al respecto, montando un escenario de pruebas con el que demostrar que la humanidad tiene un sexto sentido que puede potenciarse con la tecnología correcta. El análisis, que lo tenéis aquí, no tiene desperdicio.

Estudio Geolocalización

Para ello, Sumiya colocó un emisor de ultrasonidos que emitía en frecuencias de 41 kHz inaudibles al oído humano, pero cuya señal rebotaba por toda la habitación hasta la cabeza de un maniquí dotado de micrófonos en el interior de los oídos para simular al máximo la experiencia de sonido de un ser humano normal y corriente. Más tarde, los ultrasonidos emitidos eran convertidos en sonidos audibles a través de un sistema de sonido binaural o tridimensional. Este sonido en 3D era más tarde reproducido a través de unos auriculares. En la habitación en la que se emitían los ultrasonidos había una especie de cilindro dentado, que giraba a veces, y que era en realidad el objetivo del estudio. El objetivo de los participantes en el análisis científico era tratar de averiguar si el cilindro se estaba moviendo tan solo escuchando las diferencias de timbre y tono de los sonidos rebotados, y aunque no lo parezca, lo lograron.

Todos los participantes, los 15, lograron sin apenas entrenamiento saber si este cilindro se había movido o desplazado en la otra habitación, a la cual no podían acceder bajo ningún concepto. Además, muchos de ellos lograron determinar la forma del objeto, aunque parece que este tipo de habilidad es muy extraña, y bien merecedora de un estudio propio. En cualquier caso, Sumiya cree que tras los datos obtenidos se puede decir que las personas somos mejores detectando objetos en movimiento que estáticos. Pero hay matices. Aunque el experimento nos confirma que somos capaces de discernir la forma y la posición de los objetos a través del sonido, necesitamos una serie de herramientas para potenciar dicha habilidad o sentido. Como explican en el estudio, en un futuro se podrían diseñar gadgets con emisores de ultrasonidos como auriculares, gafas y otros productos tecnológicos.

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