Activision ha afirmado, a raíz del cruce de demandas derivado del despido de Jason West y Vince Zampella, ahora ex-directivos del estudio Infinity Ward (Call of Duty), que ambos directivos tenían "secuestrado" el progreso de Call of Duty: Modern Warfare 3, que estaría entonces en tempranas fases de preproducción, de cara a ser lanzado en 2011.
A través de los documentos presentados ante el juez, Activision ha explicado que tenían constancia de que West y Zampella tenían planes para crear una escisión dentro del estudio de desarrollo, propiedad de Activision, y constituir una nueva desarrolladora. Como consecuencia de sus planes de salida, estaban "retrasando la preproducción de Modern Warfare 3." El objetivo último sería emplear el propio desarrollo del juego en unas posibles negociaciones con la compañía.
Activision considera esos movimientos por parte de los ejecutivos como un "incumplimiento directo" del contrato, y ha tenido como consecuencia que la compañía se ha visto obligada a hacer una inversión adicional para recuperar el tiempo perdido en Modern Warfare 3.