Assassin's Creed Unity se estrenó el 13 de noviembre de 2014. La aventura de la saga ha cumplido 10 años desde su polémico debut, convirtiéndose en cierta manera en un punto de inflexión para la serie y la propia Ubisoft, que tomó algunas decisiones tras un estreno con bastantes más problemas de los esperados.
El juego llevaba la acción en mundo abierto a París en plena Revolución Francesa. Fue un juego avanzado en el aspecto visual y técnico -era el primero sin versiones para la anterior generación de consolas-, con una campaña individual y misiones para jugar en cooperativo online.
Ese salto gráfico se dejó notar e incluso hoy sigue sorprendiendo por su ambientación, pero salió con una gran cantidad de bugs que quedaron patentes en las redes sociales: los clips de sus errores dañaron la imagen del juego y la saga, que hasta ese momento con más o menos éxito se había convertido en la saga principal de la editora -sobre todo porque veníamos de la buena recepción de Assasin's Creed: Black Flag-. Con el tiempo se corrigieron muchos de estos fallos y ahora hay quien lo considera un Assassin's Creed infravalorado, víctima de su propia ambición.
Ubisoft fue más cauta tras el batacazo de Unity
Ubisoft regaló contenido a los compradores del pase de temporada para compensar por los problemas, pero el impacto más claro que tuvo el debut de Assassin's Creed Unity se pudo ver cuando en 2016 -tras Assassin's Creed Syndicate, que sufrió el deterioro de la saga- se dijo que no anunciarían nuevos Assassin's Creed ese año tras lo aprendido con Unity. La saga tuvo que reinventarse en 2017 con Assassin's Creed Origins, que potenció los elementos de rol.
En cierta manera se puede ver una situación parecida con lo ocurrido con Star Wars Outlaws, que no tuvo el éxito esperado por ciertos problemas técnicos; Ubisoft quiso evitar una situación similar con Assassin's Creed Shadows y anunció su retraso de noviembre al 14 de febrero.