Como Ron Perlman decía en Fallout mucho antes de que pudiera volver a ser Hellboy, "la guerra nunca cambia". Es cierto que en la ficción, la épica de encarnar a un soldado busca mostrar generalmente heroicismo y recompensarte por tus victorias, pero no todos hacen lo mismo. En 2012, Yager Development nos trajo Spec Ops: The Line, el juego más duro en cuanto a la representación de la guerra y su impacto en todos los involucrados.
Caballeros, bienvenidos a Dubái
Spec Ops: The Line se planteaba como cualquier shooter en tercera persona de la época. Sin buscar las constantes revoluciones de los juegos de acción que ahora salen hasta en móviles, se nos ofrece algo sencillo: un equipo de operaciones especiales se infiltra en Dubái, que ha quedado sepultada casi en su totalidad por tormentas de arena, para poner fin a un alzamiento organizado por un oficial renegado.
La jugabilidad no aporta nada grandioso e incluso podríamos decir que hoy día queda ligeramente desfasada. Sistemas de coberturas que permiten ir de una a otra rápidamente, disparar a ciegas para no sufrir daño, órdenes a nuestros compañeros...
Podríamos decir que a nivel jugable no ofrece nada tan sorprendente, aunque todas las secuencias de acción que protagonizaremos son increíbles y espectaculares. Mención especial a la banda sonora, con especial atención a Glasgow Mega Snake de Mogwai.
Pero es cómo plantea el efecto de los combates en nuestros personajes. Recorrer Dubái y ver cómo nuestros actos van cobrándose docenas de vidas empieza a alterar la mente de nuestros protagonistas. En concreto, el personaje al que controlamos, el capitán Walker, es cada vez menos capaz de soportar sus propios actos y los del equipo que comanda.
Sin entrar en grandes detalles para evitaros las terribles sorpresas que os esperan, habrá muchos momentos en los que el juego nos deja claro que podríamos estar teniendo visiones producto del trauma de las órdenes que damos. También se habla de cómo en momentos de estrés, podemos llegar a cometer actos horribles contra civiles, incluso si son de manera inconsciente y por error.
La trama no se aparta del descenso al infierno del equipo, pasando por muchos momentos donde queda claro que los buenos no son tan buenos, hasta un desenlace brutal, inesperado e irrepetible. "Caballeros, bienvenidos a Dubái" nunca podrá igualarse como una frase que refleja los horrores de la guerra. Porque efectivamente, la guerra nunca cambia, y siempre acaba con las vidas de muchos más de los que caen abatidos.
Actualmente, la manera más fácil de jugarlo, si queréis hacerlo, es comprarlo en formato digital en Steam o en la tienda de Microsoft, ya que la versión para consolas de Sony sólo está disponible en formato físico para PS3 y el juego ya no está disponible a través de PS Now.