Hoy hablamos de una de las muchas figuras ilustres de la industria del videojuego, quizás sea de hecho la primera: Ralph H. Baer, inventor de la primera consola. Nacido Rudolf Heinrich Baer en la Alemania de 1922, su familia fue perseguida por los nazis por ser judía y huyó a Estados Unidos en 1938, dos meses antes de la noche de los Cristales Rotos. Años después, Baer crearía la primera videoconsola, por lo cual es considerado el "padre de los videojuegos".
Tras luchar contra su antiguo país en la Segunda Guerra Mundial y formarse gracias al ejército, Baer desempeñó diferentes trabajos: técnico de inteligencia militar estadunidense, técnico de ingeniería de televisión, ayudó a preservar y desarrollar equipos electrónicos de medicina, equipos de cirugía-.. Potencial e intelecto que más tarde lo llevarían a volcarse de lleno en la invención de la primera videoconsola, la Brown Box. Aunque se sabe que en un primer estado fue llamada Home Tv Game también, y sería conocida más tarde en el mercado por Magnavox Odyssey y que se puso a la venta en 1972 de la mano de Philips. Este aparato fue literalmente, el primer sistema electrónico capaz de ejecutar los primeros videojuegos electrónicos de la historia.
Un visionario que imaginó el entretenimiento interactivo
En la década de los 60, millones de americanos ya poseían una televisión en sus hogares, por lo que no es de extrañar que Baer se preguntara constantemente sobre los posibles usos, avances y aplicaciones de esta nueva revolución tecnológica que supuso la TV. ¿Sería posible jugar en las televisiones? Esa misma pregunta se hizo el ingeniero alemán, que en conjunto con sus colegas ingenieros Bill Harrison y Bill Rusch crearon entre 1967 y 1969 los primeros prototipos de videoconsolas. Esta Brown Box, o prototipo, considerada la primera videoconsola de la historia, poseía multijugador local, y varios programas.
Resulta tremendamente interesante echar un vistazo a los primeros bocetos y diseños de los primeros circuitos de la que acabó siendo la primera consola de la historia. Todo comenzó como un pequeño boceto, esquema de circuitos, cables que conducían en la red neuronal de Ralph H. Baer una poderosa idea: la de los videojuegos. No solo concibió un sistema electrónico de muy bajo coste que podría conectarse a cada televisión en cada hogar americano para jugar a más de un solo juego, sino que también auguró que habría distintos tipos de videojuegos. Videojuegos de puzles, de acción, educativos y de deportes. Y lo predijo en 1966, es decir, estamos ante todo un visionario de una industria que acababa de nacer.
Los primeros videojuegos
El primer videojuego desarrollado, llamado Chase Game, o el Juego de la Persecución. El juego era bastante simple: encontrábamos una pantalla negra y dos puntos en el que uno debía perseguir a otro. Todo esto recordemos que contaba con cooperativo local, es decir se jugaba con dos mandos completamente operativos en la susodicha consola. Fue con la incorporación de Bill Harrison y más ingenieros, así como del incremento del presupuesto, que comenzaron a crearse más juegos. Como por ejemplo, uno que incorporara una pequeña pistola de juguete a modo de dispositivo de control gracias a una idea que tuvo Harrison al ver jugar a su hijo con dicho juguete. O incluso otra idea en conjunto que proponía añadir un tercer elemento de luz a la pantalla que dispusiera una pelota en pantalla. ¿Os va sonando? Exacto, el mítico juego de "tenis".
Os sorprenderá saber que Ralph H. Baer, pudo haber inventado mucho antes que cualquier otro, Steam, e incluso Netflix. Ya que en los 70 con la llegada de la TV por cable, este genio alemán tuvo la brillante idea de que, si la gente podía ver la TV por cable también podrían comprar juegos, o contenidos para jugar del mismo modo. Sin embargo, aún era pronto para esa clase de proyectos tan ambiciosos.
La Magnavox Odyssey fue lanzada al mercado en EE.UU en 1972, de hecho se organizaron varias fiestas y eventos en los que se mostraba la consola para probarla junto con los juegos que incorporaba. Lo que podríamos llamar el primer E3 de la historia. Con tan solo un precio de 100 dólares, la primera videoconsola de la historia logró alcanzar la cifra de 100.000 unidades durante su primer año. Incorporaba: dos aparatosos mandos, y 6 tarjetas de memoria que incorporaban cada uno de los 6 juegos que salieron para su lanzamiento, así como un set de pilas, su fuente de alimentación. Además si nos suscribíamos al servicio que ofrecía la videoconsola, nos podían mandar un juego completamente gratis.
También inventó el juego Simón
Sin embargo todas las ideas que el ingeniero alemán y visionario iba teniendo fueron descartadas, lo que le llevó a abandonar la industria con el tiempo. Lo que más dinero y beneficios generó sin embargo acabaron siendo los derechos, royalties y copyright, no fue la primera consola si no la patente de este invento. Algo que afectó a futuras compañías como Sega, Atari y Nintendo. La marca Magnavox llegó a embolsarse hasta 100 millones de euros, cifras que siempre se ocultaron a Baer , quien no conoció dichos ingresos hasta 2002.
Tampoco creáis que fue su única invención, de hecho muchos habréis jugado a otra de sus creaciones, al famoso juego Simón, en el que debíamos aporrear como niños los botones en la secuencia, y orden correcto que la pequeña máquina de juguete dictaba. Resulta increíble conocer figuras ilustres en el mundo de los videojuegos, aunque más que figuras ilustres parecemos estar hablando de una de las primeras mentes pensantes en la industria que miró siempre más allá de su propio tiempo y limitaciones. Ralph H. Baer es uno de los padres fundadores del videojuego, de las videoconsolas y por supuesto un verdadero pionero a quien debemos agradecer tantísimas horas y momentos. Por desgracia Baer falleció hace unos años, pero su presencia prevalecerá siempre en el medio, aunque desconocido para la gran mayoría, cada vez que busquemos comprender el pasado de los videojuegos, refulgirá su nombre.
Ralph H. Baer, el padre de los videojuegos, falleció en 2014 a los 92 años de vida tras una vida prolífica llena de inventos, uno de los cuales nos hace estar en deuda con él para siempre. Detrás de todo gran invento siempre hay una gran idea, y detrás de toda gran idea un esfuerzo e imaginación titánicos. Recordad siempre que todos podemos ser el próximo Ralph H. Baer, lo único que hay que dar es un salto de fe.