La Universidad de Oxford ha conducido un estudio por el cual ha concluido que los comportamientos agresivos no nacen en los jugadores por los contenidos violentos de los juegos, sino por la frustración que puedan experimentar en éstos.
Tras realizar una serie de experimentos con Half-Life 2 –una versión violenta, con sangre, etc., y otra "limpia", en la que los enemigos desaparecían en lugar de morir, etc.–, vieron que los jugadores reaccionaban a la frustración independientemente de los contenidos.
Así, el estudio mostraba claros indicios de que cualquier jugador de los estudiados puede mostrar un comportamiento agresivo derivado de la frustración producida por sentirse inferior a un juego, sin importar lo violento que sea éste.
La idea que se extrae del estudio es que un juego accesible, en el que se puede progresar sin complicaciones, no se traducirá en potenciales comportamientos agresivos en un jugador por muy violento que sea el título, mientras que uno frustrante –ya sea por su dificultad, por sus controles, o por cualquier razón que haga sentir al jugador incapaz de progresar–, sí que puede ocasionar reacciones agresivas, aunque el juego no tenga ningún contenido de índole violenta.
Obviamente, el estudio generaliza una serie de casos estudiados, y las reacciones son diferentes en cada usuario.
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