Un grupo de viajeros, cansados, contemplan la antigua ciudad de Registan. Un joven, tras permanecer unos segundos mirando al agua, comienza a nadar mar a dentro. Después de entrar bastante, se da la vuelta y avisa a sus compañeros: «Este puede ser el final, así que tengo muchas cosas que quiero decir». Este joven sigue revolviéndose en el mar, pendiente siempre de las olas.
Desde el mar y mientras cae la noche, se puede ver el paisaje de Registan, repleto de rascacielos iluminados, pero no como los que imaginamos, sino con un estilo inspirado por antiguas civilizaciones asiáticas. De ellos, se desprende una melodía. Viene del templo de Yevon, que parece ser una parte importante de la vida en esta ciudad. La gente se sienta en sus escaleras, lo usan como punto de encuentro y, por supuesto, como lugar de oración. Vemos a muchos llegar e irse, entrar y salir.
Dentro del templo, encontramos una estructura cóncava para alojar a los asistentes. Este edificio está diseñado con el propósito de adorar a Yevon, el fundador de la ciudad. Yevon no pide nada, y esta adoración ni siquiera se considera una religión. Aun así, los habitantes de Registan le rezan y han decorado el templo con un gigantesco retrato suyo. Hasta hay un altar con un símbolo que lo representa.
Tres amigos –un hombre y dos mujeres– charlan amigablemente, hasta que uno de ellos ve que ya son las siente de la tarde, y por sus gestos se deduce que no les sobra el tiempo. El joven que mencionábamos anteriormente, ahora está bajo el mar, realizando unas reparaciones en una zona sumergida de Registan. Una criatura monstruosa intenta atacarlo, pero la rejilla metálica que lo rodea lo mantiene a salvo.
Descubrimos que su nombre es Tidus.
Tidus, después de completar estas reparaciones, se prepara para volver a la superficie, pero la criatura rompe la protección, obligando al joven a escapar. Se trata de Sin, un monstruo gigante que emerge de las profundidades del mar. Tidus deja a Sin pasar con una sonrisa, pero cuando mira su reloj, se sorprende al ver la hora: son las 19:10.
Con este flashback habría empezado Final Fantasy X si hubiesen mantenido el guión original. O uno de ellos. Como sabéis, en tan sólo unos días se lanza la remasterización para Xbox One y Switch, y hemos querido desenterrar algunas variantes de la creación de uno de los títulos fundamentales de la saga; el que llevó Final Fantasy a las tres dimensiones y sentó las bases para las siguientes entregas.
Es curioso que Final Fantasy X ni siquiera empezase como tal. Originalmente era un título que habían bautizado como Seventeen: Angelic Impact X Devil’s Shock, y la historia era completamente diferente, si bien algunos personajes y motivos ya podían divisarse.
En este juego de rol descubriríamos la verdad tras una extraña enfermedad. Esta afección mataba a la gente el día que cumplían 17 años, de ahí el título. El personaje que acabaría siendo Yuna habría tenido un rol de doctora o enfermera, y su trabajo era viajar para administrar la cura a las víctimas. Lo que no sabía es que la cura, en realidad, era lo que causaba la enfermedad, y que era todo un plan de la compañía para la que trabajaba Yuna. El objetivo de esta empresa era infectar a tanta gente como fuera posible para hacerse con el control del mundo, y el nuestro, imaginamos, evitar que esto aconteciese.
De las ilustraciones que han sobrevivido de Seventeen: Angelic Impact X Devil's Shock, es posible que algunos personajes mantuvieran ligeramente su presencia en la larga transición hasta Final Fantasy X. Recordemos, no obstante, que el desarrollo de este título comenzó en 1999.
Una vez con la historia que conocemos más o menos perfilada, también hubo una serie notable de cambios. Por ejemplo –cuidado, spoilers– el giro de guión que descubrimos cuando se revela que Auron estaba muerto iba a asignarse originalmente a Tidus, pero como El sexto sentido se lanzó originalmente cuando empezó el desarrollo, el equipo decidió no dárselo al protagonista.
Auron, originalmente, también iba a ser el comandante de los Crimson Blade, que aún mantenían su nombre. Como curiosidad, todos los miembros de este equipo, responsable de mantener Zanarkand libre de criaturas, portarían una Masamune, espada que sería mucho más común en esta historia descartada. Otro de los roles asignados temporalmente a Auron fue el de Jecht, aunque disfrazado. Así, se habría hecho pasar por el padre de Tidus para acercarse a él.
Tidus, por su parte, iba a ser un fontanero –de ahí que en la secuencia de apertura inicial estuviese arreglando las instalaciones submarinas–, pero el equipo pensó que ser una estrella del deporte encajaba más con la personalidad que querían darle. Por la misma razón se descartó la idea de que tuviese una actitud de pandillero con la que pasó parte del desarrollo, algo que no terminaba de encajar según se iba perfilando la historia.
Como veis, la cantidad de cambios es enorme, y en la mayoría de los casos es imposible adivinar cómo se llegó desde la idea original a la que jugamos. Hay algunas ilustraciones, como la de la enfermera angelical que recogemos arriba, en las que se puede teorizar sobre su evolución. En este caso concreto, tanto la pose como las habilidades curativas –e incluso el peinado– nos recuerdan a Yuna, y es posible imaginar la transición. En otros casos, es prácticamente imposible.
En cualquier caso, tenemos una gran cantidad de ilustraciones que nos permite echar nuestra imaginación a volar e imaginar cómo habría podido ser ese proyecto tan diferente. Es obvio que la base estaba ahí, aunque quizás el resultado final es lo suficientemente diferente como para animar a Square Enix en algún momento a volver al concepto original.
Apéndice:
Vídeo de un prototipo de Final Fantasy X. En él podemos ver a Tidus moreno y gráficos notablemente mejores, que incluyen desde más detalle en algunos escenarios a mejores animaciones o incluso físicas para el pelo y la ropa. También nos ofrecía la posibilidad de conectarnos a internet para descubrir más detalles sobre el universo del juego.