Polémicas aparte la meta es superar, o al menos alcanzar, la calidad de Modern Warfare, y esto será así guste o no porque EA no podrá evitar las comparaciones al trasladar la trama de su título a Afganistán, a una guerra actual.
El nivel de producción es alto, tanto es así que Medal of Honor contará con un tema de Linkin Park (The Catalyst) y además el modo multijugador estará desarrollado íntegramente por DICE, el estudio creador de Battlefield y Mirror´s Edge. Parece ser que esta decisión se ha tomado para que la gente de EA pusiese todo su potencial en desarrollar un producto que estuviese a la altura de las expectativas; Y es que durante muchos años, la saga Medal of Honor fue la gallina de los huevos de oro de la compañía. Por tanto EA se juega la continuidad de una de sus sagas con más tradición.
Variedad e intensidad en el combate
Viajamos a DICE, en Estocolmo, para probar una versión más avanzada del juego, el modo multijugador y también para entrevistarnos con sus creadores. Lo primero que llama la atención es que tanto Greg Goodrich, el productor del juego, como Patrick Liu, encargado del multijugador, repiten constantemente durante la presentación un lema muy bien aprendido: "No es un juego sobre la guerra, es un juego sobre los soldados". Con esta sentencia quizás pretendan dejar claro que no tienen intención de ofender a nadie con Medal of Honor, quizás evitar futuras polémicas o simplemente conseguir que nos fijemos en las historias humanas que se esconden tras los disparos y las explosiones. En el desarrollo de este renacido Medal of Honor han trabajado personas que ya habían colaborado en títulos anteriores, pero Gred Goodrich también nos dice que hay caras nuevas. Como decíamos al principio de este texto, los Tier 1 son el corazón de la historia de Medal of Honor y en un determinado momento del juego, se darán cuenta de que han subestimado al enemigo, que en esta ocasión serán integristas talibanes. Durante las sesiones de prueba pudimos probar tres niveles bien distintos en cuanto a sistemas de juego. En el primero, el más corriente de todos, encarnábamos a un soldado en medio del campo de batalla. Las órdenes eran tan claras como la sensación de peligro: Nuestra misión era llegar a un punto estratégico de defensa donde el enemigo tenía una potente metralleta que impedía el avance de los soldados norteamericanos. El escenario –un paisaje desértico y montañoso- favorecía drásticamente a los talibanes que no dejaban de salir detrás de rocas y cuevas. Antes de llegar allí teníamos que avanzar de cobertura en cobertura vigilando las montañas y los terrenos más elevados y disparando prácticamente a todo lo que se moviese.