Pocas sagas pueden presumir de llevar tantos años en el mercado y de contar con tantos juegos como Castlevania. La eterna lucha de la familia Belmont contra Drácula lleva desde 1986 dándonos muchas alegrías (y alguna que otra decepción, como Castlevania 64 o Castlevania Judgment). Si bien inicialmente comenzó siendo una serie de títulos de acción y plataformas en 2D de desarrollo lineal, en la era de los 32 bits se le dio un giro de tuerca para convertir su jugabilidad en algo muy parecido a lo que los usuarios de Nintendo habían disfrutado con la saga Metroid, fórmula que fue explotada hasta la saciedad, pero manteniendo un gran nivel.
Por eso, tras el sobresaliente Castlevania: Order of Ecclesia, todos esperábamos que se anunciara un nuevo Metroidvania, pero cuando Konami desveló los planes que tenía para la saga, la sorpresa que nos llevamos fue mayúscula. Castlevania sería reiniciada por completo, el estudio de desarrollo serían los españoles de Mercury Steam, tendría una jugabilidad en 3D y el proyecto estaría avalado por Hideo Kojima, padre de Metal Gear Solid.
El resultado final dividió a una gran cantidad de fans, ya que muchos elementos que consideraban clásicos de la saga se eliminaron o recibieron un giro de tuerca demasiado radical. Era normal escuchar frases como "han convertido Castlevania en un God of War", "no es un Metroidvania" y otras lindezas similares de quienes fueron incapaces de aceptar que se trataba de una reinterpretación y ver más allá de sus prejuicios.
Porque a pesar de todo, Castlevania: Lords of Shadow fue un gran juego, que si bien tenía un inicio algo lento, supo engancharnos de principio a fin y dejarnos con la boca abierta con uno de los mejores finales que hemos presenciado durante toda la generación. Ahora, y tras haber podido disfrutar de Mirror of Fate (un título para Nintendo 3DS, Xbox Live Arcade y PlayStation Network que sirve como puente entre el primer juego y su secuela), hemos vuelto a tener la ocasión de echarle un nuevo vistazo al esperado Lords of Shadow 2, el cual cerrará de una vez por todas la historia de Gabriel Belmont.
Por lo que hemos podido jugar, esta secuela seguirá en gran medida los pasos de su primera parte, aunque refinando, ampliando y mejorando la fórmula del original para ofrecernos "más y mejor". Aunque eso no quiere decir que no vayamos a tener novedades. Para empezar, tal y como sabréis quienes os hayáis jugado los dos títulos previos, Gabriel ahora es Drácula, por lo que cuenta con todo tipo de poderes oscuros y habilidades sobrenaturales. Además, la cámara en esta entrega es totalmente libre, por lo que podremos controlarla directamente en vez de vernos limitados a planos fijos.
El sistema de combate sigue siendo muy similar, y a pesar de que tuvimos que superar un breve tutorial, la sensación de que ya sabíamos jugar estaba ahí. De hecho, probamos a realizar algunos de nuestros combos más habituales de Lords of Shadow y los ejecutamos sin problemas. Las diferencias llegan a la hora de usar la magia oscura y la de luz. Con los gatillos seguiremos activando una u otra y cada una de ellas tendrá su propio medidor, aunque ahora no solo cambiará el aura que rodea a Gabriel, la forma de sus combos y los efectos secundarios, sino que supondrá un cambio completo del arma que llevemos equipada.
De esta forma, cuando no tengamos activa ninguna de las dos usaremos un látigo con bastante alcance, rápido y muy dañino. En cambio, si optamos por la magia de luz nuestro protagonista cambiará su arma por una espada sagrada. El alcance de esta es menor y sus combos son muy distintos, aunque nos permitirá curarnos a base de golpes, algo que nos será muy útil para mantenernos con vida en las situaciones más desesperadas.
Por otro lado, la magia de oscuridad hará que Drácula empuñe un par de guanteletes de fuego totalmente devastadores. Sus combos son algo limitados, es el arma con menos alcance de todas y resulta algo lenta, pero es capaz de realizar una cantidad de daño muy considerable y lo más importante de todo, puede romper con mucha facilidad la defensa de los enemigos. Esto será algo muy importante, ya que nos encontraremos algunos rivales que se protegerán con unos escudos bastante molestos, lo que nos complicará la vida más de la cuenta si no usamos los guanteletes.
La defensa seguirá siendo otro elemento clave a la hora de batallar. Por un lado tendremos el habitual bloqueo, el cual si lo realizamos en el momento justo nos dará la oportunidad de contraatacar. Aunque claro, no todos los ataques serán bloqueables, por lo no podremos olvidarnos de esquivar. Por suerte, este tipo de ofensivas suelen indicarse con un breve brillo, lo cual nos avisará de cuándo debemos esquivar.
Por último tenemos los remates, los cuales podremos ejecutar con un sencillo QTE en el que tenemos que pulsar el botón que queramos cuando dos círculos se junten, permitiéndonos destrozar en pedazos a los enemigos e incluso chuparles la sangre para recuperarnos. Eso sí, antes de poder agarrarlos para ejecutarlos habrá que debilitarlos.
De momento esto es todo lo que hemos podido ver de su sistema de combate, aunque estamos seguros de que Mercury Steam todavía se guarda algunas sorpresas, ya que no hemos visto nada parecido a los objetos de la primera parte (agua bendita y similares), por lo que no nos resultaría raro que estos sean sustituidos por poderes y habilidades más propios del Príncipe de las Tinieblas.
En cuanto al desarrollo del juego, se nos ha prometido más exploración, aunque la sección que hemos podido jugar era totalmente lineal, por lo que esto es algo que todavía no hemos podido ver. Eso sí, el ritmo no bajó en ningún momento de la demo, alternando combates y plataformas para no darnos demasiado respiro, así como alguna que otra situación que preferimos no desvelaros.
Gráficamente la mejora frente a su primera parte es muy palpable, especialmente en el modelado del propio Gabriel, quien luce ahora mejor que nunca (no hay más que mirarle la cara para darse cuenta de ello rápidamente). Por su parte, los escenarios mantienen ese estilo oscuro y barroco que ya caracterizó a su primera entrega, deleitándonos la vista a cada paso que dábamos con el espectacular apartado artístico del que hace gala el título. La versión que pudimos probar fue la de Xbox 360 y notamos la tasa de imágenes por segundo mucho más sólida que la del juego original en la misma plataforma.
A nivel sonoro, tal y como era de esperar, las potentes composiciones de Óscar Araujo siguen presentes, imprimiéndole mucha más fuerza a todo lo que veíamos en pantalla, lo que nos ayudaba a meternos mucho más en el papel. Así mismo, el doblaje mantiene el gran nivel de la primera entrega, e incluso diríamos que Robert Carlyle se siente ahora mucho más cómodo prestándole su voz a Gabriel.
Ya solo quedan unos pocos meses para que llegue febrero y podamos comprobar si finalmente la conclusión de la historia de Drácula a manos de Mercury Steam estará a la altura de lo que se espera de ella, pero tras este nuevo contacto, nuestras dudas son cada vez menores y nuestras ganas de ponernos a pegar latigazos a todo bicho viviente no hacen más que aumentar, por lo que estos cinco meses que se nos van a hacer eternos.