Con la gran cantidad de aficionados –y con razón- que cosechó The Binding of Isaac era más que probable que otro estudio realizase un juego de características similares. En general nos parece positivo que los equipos indie reinventen géneros y jugabilidad de los grandes lanzamientos, en parte porque todo está prácticamente inventado y es inevitable encontrar una similitud. Sin embargo, un clon independiente de un juego que ya lo era parece cuanto menos innecesario.
El caso de The Story Goes On es un poco especial, porque tiene un gran parecido con el juego de Edmund McMillen, tanto que en la página de Steam Greenlight ya pone la venda antes de la herida al decir que no es una copia de dicho título. Y hay que dar la razón a medias, las similitudes son evidentes desde el minuto uno, pero tiene una serie de cambios que lo hacen ligeramente distinto y al menos prueba cosas diferentes; no obstante, no es tan fresco ni original.
Estamos ante un juego de acción hack n’ slash de vista superior que transcurre en laberintos generados aleatoriamente. Su aspecto de celdas cuadradas, la existencia de enemigos aparentemente inofensivos, cofres y puertas que necesitan llaves lleva irremediablemente a acordarnos del otro juego. Ah, y también cuenta con jefes aleatorios, nunca sabes si al cruzar una puerta te espera, al otro lado, un enfrentamiento con uno de estos fuertes rivales.
Hemos dicho que hay diferencias con The Binding of Isaac y The Story Goes On las tiene. La primera y fundamental, que nuestro protagonista –inicialmente sólo uno, aunque hay más a desbloquear- utiliza una espada como arma principal, lo que aleja bastante la jugabilidad respecto a los disparos del juego del sacrificio infantil. La estrategia de tomar distancias lanzando proyectiles aquí cambia por otra más cercana, y contra los jefes hay que aprender sus rutinas, porque todos suelen realizar un ataque combo y pausan unos segundos hasta el siguiente ataque.
El control responde bien y el desplazamiento es rápido. Hay una serie de habilidades especiales que añaden técnicas para esquivar, realizar embestidas o disparar un garfio que nos lleva allí donde lo hemos lanzado. También es posible comprar ítems que mejoran la velocidad, nuestra espada o pociones de salud consumiendo los puntos obtenidos por derrotar a los enemigos. El juego continúa hasta que somos derrotados, momento del recuento final, así que piensa en la partida como un maratón más que en una carrera: la resistencia es un factor a tener en cuenta.
El escenario está poblado por enemigos fáciles de matar, aunque inicialmente nuestro héroe aguanta pocos golpes y cualquier despiste dejará su salud tiritando. Aquí encontramos diferencias respecto a The Binding of Isaac, pese a que también consiste en entrar en una sala, eliminar a las criaturas y elegir la próxima habitación de entre las que se abren –a veces no podrás volver atrás, busca entre los matorrales y objetos por si esconden extras -. Por ejemplo, hay partes del escenario interactivas que se pueden aprovechar para atacar a los animalillos; con un espadazo, saltan por los aires y dañan a quien se encuentre por su camino.
Las "salas" son en su mayoría pequeñas y de un tamaño menor al de la pantalla –se ve todo en un vistazo-, salvo algunos casos que sí son más abiertas. Hay pocos obstáculos en el mapa, si con Isaac el terreno estaba repleto de piedras u otros elementos, The Story Goes On está mucho más pelado. Esto tiene una explicación, y es que el desplazamiento es más libre, y nuestro personaje gira –y ataca- en 360º con precisión, según esté situado el cursor del ratón, es decir, la acción no está limitada en horizontal y vertical. ¿Mejor? ¿Peor? Diferente, es más directo y eso se puede entender que es más simple –que no fácil-, y de igual manera el peligro llegará desde cualquier ángulo.
Actualmente se encuentra en fase de acceso anticipado con un precio de 4,99 euros, bastante razonable para lo que ofrece. El contenido está limitado a cuatro personajes y cuatro mundos –ambientaciones- con ocho jefes y más de 30 objetos, que viene a ser medio juego. En este estado ya es divertido y deja ver sus virtudes, aunque sin duda queda ampliar mapas y opciones. En este sentido, se promete un modo arcade con tablón de puntuaciones, un personaje extra, una banda sonora más completa, el doble de ítems y de mundos.
Lo que no variará, y no nos ha entusiasmado demasiado, es el estilo artístico. Aquí se ha optado por algo casi diametralmente opuesto a los gráficos 8-bit de The Binding of Isaac: ilustraciones tipo dibujo vectorial y algunos efectos especiales como los planos de profundidad para dar volumen a los árboles. No está mal la idea, pero si das un vistazo a las imágenes notas algo extraño. La perspectiva completamente cenital sobre el personaje y los enemigos, junto con un cuestionable estilo de serie animada en Flash de segunda fila, hace un flaco favor a las criaturas del juego que son prácticamente irreconocibles.
Esa impresión a dibujo poco definido, descuidado, es deliberada y se lleva al extremo. La barra de vitalidad de los jefes es un churro torcido, y se repiten mucho los objetos de decorado. No se puede decir que el juego de Isaac sea una preciosidad, pero se nota que hay atención al detalle, coherencia, y que el autor sabe lo que hace para que ante todo sea práctico. The Story Goes On se toma a broma a sí mismo, espera que el jugador perdone la calidad de dibujo pensando "qué gracioso", y nos tememos que en la versión final éste será uno de los puntos más flojos del juego.
Mejor de lo esperado
Después de superar nuestras reticencias iniciales ante lo que podría ser un plagio pobre del clásico moderno de McMillen, hay que reconocer que The Story Goes On cambia cuatro cosas que en el fondo afectan la manera de jugar. Parecido, que no igual, podemos adelantar que no se convertirá en un fenómeno, y que hay abundantes aspectos que pulir al margen de los gráficos, pero si adoras este tipo de aventuras de acción sin fin basadas en resistir lo máximo posible, sin ninguna pretensión en el argumento o por innovar demasiado, es una opción interesante con un precio nada disparatado.
