Análisis de The Will of Dr. Frankenstein WiiW (Wii)
The Will of Dr. Frankenstein es la precuela de un videojuego que todavía no se ha lanzado en Europa (The Island of Dr. Frankenstein) y que teniendo en cuenta que lleva más de medio año en el mercado americano no tiene pinta de que vaya a salir en nuestro mercado. Lo único positivo es que no lo echarás de menos.
En esta aventura controlaremos a Frankie, un joven que ha retrocedido en el tiempo de mano de su tataratío, que no es sino el Dr. Frankenstein, porque necesita que le ayude a construir un traje robótico que albergará a su espíritu una vez haya muerto, para vivir, así, para siempre.
Para ello, Frankie debe recuperar los fragmentos, repartidos en los laberintos de islas flotantes en los que vive, y que no recuerda dónde están.
Para esta misión, el joven Frankie recibe el steampack, un artefacto capaz de aspirar vaporitos, que son unas extrañas criaturas con forma de nube que encontraremos por todo el escenario, y que pueden ser empleados para múltiples funciones. Incluso podemos combinarlos con fragmentos de meteoritos para conseguir nuevas herramientas, con las que solucionaremos algunos puzles.
Porque, al final, este juego es una aventura con algunos pequeños elementos de puzle, con pequeñas dosis de habilidad. Esto se traduce en tener cuidado a la hora de succionar vaporitos, pues en cada grupo de estas nubes hay un nubarrón negro que nos haría perder algunas de nuestras reservas. En cualquier caso, esta tarea de recolección de vaporitos es tediosa, y lo malo es que vamos a estar haciéndolo -y mucho- durante toda la partida.
Igualmente, los elementos de aventura resultan escasos. Casi todo se basa en coger un objeto, buscar a quién le interesa, y que nos dé otro, hasta conseguir una pieza del traje robótico de marras. Esto no sería un problema (al fin y al cabo, la mayoría de las aventuras funcionan así, pero sólo lo disimulan bien) sino fuera porque no hay pistas evidentes, ni no evidentes. Es prueba y error en casi todo momento, y eso es aburridísimo. Acabas visitando a los personajes una y otra vez, sin saber cómo ni por qué, sólo para ver si tienes suerte y quiere ese objeto inútil. No tiene sentido.
Los puzles, por su parte, son tan sencillos que dan miedo. El juego está muy orientado a un público joven, pero pese a todo el nivel de dificultad de los puzles es ridículo por completo, en claro contraste con el nefasto planteamiento de la búsqueda e intercambio de objetos. Así que el querer hacerlo fácil para los pequeños de casa no les sirve como excusa: es un problema generalizado de diseño de juego.
La mayoría de los personajes nos pueden encargar misiones, pero éstas suelen ser (oh, sorpresa) succionar vaporitos, como si no hubiese suficiente repetición de esta tarea aburridísima de manera normal. Ocasionalmente nos plantearán un puzle, pero ya hemos visto que hay poca sustancia en los mismos.
La duración de The Will of Dr. Frankenstein es escasa, y lo malo es que es casi afortunado que así sea. Termina abruptamente, con un final mal planteado y anticlimático, muy en línea con el resto del juego. Está mal planteado a nivel jugable, y también en la narración y desarrollo.
Visualmente es un juego simple, con diseños anodinos en los escenarios, y no muy bien planteados en los personajes, que resultan poco o nada inspirados, aunque con cierto toque divertido en ocasiones. Teniendo en cuenta que otros títulos ofrecen mucho mejor acabado, está claro que el esfuerzo técnico y artístico ha sido bajo. Igualmente, el juego tiene un par de melodías (literalmente) que son machaconas e insoportables.
Conclusiones
Una aventura es siempre una buena noticia, pero lo cierto es que este juego no logra cuajar en ningún aspecto. WiiWare ofrece alternativas mucho más relevantes y bien llevadas (como los juegos de Telltale Games), y este The Will of Dr. Frankenstein apenas logrará satisfacer a los usuarios más pequeños (por su trama) y conformistas. Al menos, está en español, y resulta, por tanto, accesible para todos los usuarios; por desgracia, los juegos que valen la pena no pueden presumir de lo mismo.