Análisis de Harvest Moon: Magical Melody (Wii, GameCube)
Hace unos cuantos se anunció el juego Harvest Moon: Magical Melody para GameCube, un juego que sufrió como pocos los problemas de una errática planificación y desapareció finalmente de los planes de lanzamiento quedándonse con un eterno lanzamiento por determinar después de una serie de retrasos y desaparecer, finalmente, en silencio. Ahora, en 2008 el juego se vuelve a editar para Wii con ninguna mejora visual (e incluso sin opción para 60 Hz) y menos contenidos. De hecho, es una versión específica para el mercado europeo debido a que ese Harvest Moon no nos llegó nunca, así que es un poco más sangrante que se haya puesto poco esfuerzo en su conversión.
El título original ofrecía la posibilidad de jugar tanto con un chico como con una chica, y esto ha sido totalmente descartado en esta ocasión. No pasaría de ser anecdótico, pues no es que tuviésemos dos juegos radicalmente diferentes en función de si escogíamos a chico o chica protagonista (aunque sí había elementos divergentes), pero está claro que es contenido perdido, poco justificable, y que no deja de ir en contra de esas políticas de que todo el mundo debe jugar al quitar el personaje protagonista femenino.
En la práctica, esto es, en el desarrollo del juego, poco afecta en realidad, como decíamos, pero es un detalle feo.
Lo que el juego nos va a ofrecer es un relajado simulador de granjero centrado en elementos de rol. Empezaremos desde la más completa inopia e iremos evolucionando hasta conseguir ser unos expertos granjeros, dominanto tanto las plantas como los animales, con vacas, caballos y otros bellos y hermosos bichos domesticados. Pero con su vertiente de "simulador" de vida cotidiana en una granja, también tendremos que preparar la comida, llevar el día a día, y, finalmente, conocer a una chica, y casarnos con ella. Para salpicar el desarrollo con elementos adicionales, podremos vivir aventuras especiales, como ayudar a los Duendecillos de la Cosecha a salvar a la Diosa de la Cosecha, que ha sido convertida en piedra. Para conseguirlo, habrá que conseguir las cien notas musicales mágicas que se han perdido por el mundo, y para ello habrá que ir afrontando diferentes misiones en forma de objetivos que se irán logrando según progresemos en el juego.
De esa manera, tendremos un fantástico incentivo por objetivos para conseguir mejores cosechas, pescar peces grandes, o ir consiguiendo dinero a espuertas y ampliar nuestra casa. Partiendo de un concepto muy sencillo, el juego va abriendo su abanico de posibilidades poco a poco ante el jugador en su experiencia vitual en el Valle de No-Me-Olvides, de manera que el jugador debe ir desarrollando sus habilidades tanto como trabajador en su granja como a nivel social con los demás habitantes de la región. Para ello también se incluye una motivación, que es Jamie, un personaje que va a convertirse en nuestro "enemigo": tiene su propia granja y va a ser un rival a batir en todo momento, pero es sólo un pequeño inconveniente en una zona con una población de solteras muy por encima de la media de cualquier lugar en el mundo.
El sistema de control se adapta a las diferenes tareas que hay que realizar en el juego. Si estamos centrados en la agricultura, habrá que tener en cuenta que en un primer momento será necesario preparar la tierra, y para eso habrá que arrancar las malas hierbas, con la herramienta adecuada. Para ello, basta usar la guadaña y mover el mando remoto de Wii de manera horizontal, imitando el movimiento que haríamos en la realidad. Una vez hayamos eliminado los hierbajos, toca labrar con la azada, moviendo el mando hacia abajo, y ya con todo sembrado habrá que regar, que consiste en inclinar el mando de Wii imitando la inclinación que le daríamos a una regadera de verdad. Como vemos, es todo bastante intuitivo, aunque la verdad es que como el juego propone bastante cosas desde un primer momento el jugador puede sentirse un poco abrumado en sus primeros pasos.
Y es que si eso es en la granja, si lo que queremos es ir a buscar oro a la mina, también hay que dominar otras técnicas, como usar el mazo para golpear las rocas y esperar que salten los minerales preciosos. Si, en cambio, lo que queremos es pescar, habrá que ir al río y usar la caña de pescar. El sistema no está tan trabajado como el minijuego de pesca de Zelda, pero funciona bien y consiste en dar un golpe hacia delante con el mando para lanzar el sedal y, si pican, tirar del mando hacia nosotros.
Por último, mientras vamos de un sitio a otro, repartidos por el valle nos vamos a ir encontrando con objetos de todo tipo, con los que podremos comerciar, o guardarlos, o regalarlos para ganarnos diferentes favores (incluyendo el de las mozas). Eso no significa que vayamos a encontrar anillos de compromiso tirados por ahí (al menos no necesariamente), sino que hay que conseguir también más elementos para poder sobrevivir, como la leña para hacer fuego, que habrá que cortar con el hacha, moviendo el mando arriba y abajo. De esta manera, los paseos pueden darnos interesantes sorpresas y trabajo adicional, pero necesario, a partes iguales.
Sin embargo, hay que admitir que las funciones asignadas a movimientos son repetitivas y no responden bien, por lo que no es de extrañar que al final acabemos usando simples combinaciones de botones, que también funcionan. Del mismo modo, se podría haber aprovechado para darle un poco de pulido gráfico al juego. A nivel técnico es flojo, pero tampoco es que esta saga haya destacado precisamente en eso, pero el estilo artístico tampoco es el más logrado de la serie. Con todo, lo que más nos molesta es que no se haya contemplado la posibilidad de jugarlo en formato progresivo ni a 60 Hz, lo que se traduce en movimientos lentos, animaciones toscas y, en general, un resultado insuficiente. En el lado positivo, se ha mejorado la interfaz haciéndola más accesible, con muchas más explicaciones e indicadores, lo que puede facilitar la tarea en los primeros pasos.
En la misma línea, los efectos de sonido y la música son repetitivos, poco inspirados. No molestan, pero es que tampoco se puede decir nada bueno de su composición, resultando hastiante en realidad cuando llevamos mucho rato jugando. Poco variada, y desde luego sin nada que destacar al respecto más allá de esto, lo que es una pena porque podría haberse optado por una banda sonora mucho más ecléctica en función de las diferentes opciones de juego que se presentan durante el desarrollo de las partidas, pero es que cuando hace esos intentos, las melodías siguen siendo machaconas, lo que es paradójico dado el título del juego.
Volviendo al concepto jugable, hay que señalar que todo lo que hagamos va a influir en la aldea, pues no estamos en una granja aislados de todo el mundo, sino rodeados de gente. Podemos centrarnos en pescar, en cuidar la granja, o en la mina para ganarnos el pan, y luego decidir en qué gastamos nuestro dinero y nuestro tiempo libre. Pero según lo que hagamos, como decíamos, evolucionará la zona. Si todo va bien, la región será próspera y llegarán nuevos vecinos y vecinas a vivir e iniciar actividades comerciales, lo que sirve para ir ampliando el catálogo de objetos disponibles en el juego, es decir, un incentivo más para progresar en el título.
Algo parecido sucede cuando llegan las fiestas, que se traducen en minijuegos integrados en el desarrollo. Además, una vez hayamos ganado ese minijuego, se podrá acceder directamente a él desde el menú del juego, lo que es un buen detalle. En total, nos vamos a encontrar con siete juegos desbloqueable como el Coliseo contable, un juego de agudeza visual en el que hay que contar los animales que hay; Azadas de fuego, donde hay que labrar lo más rápido posible para ir conquistando el territorio y esquivando los obstáculos o Carrera de caballos, donde hay que... bueno, correr con caballos.
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