Análisis Skate City, sencillez sobre ruedas (Switch, iPhone, Xbox One, PS4, PC)

Vivimos una especie de resurgimiento de los videojuegos de skate: después de unos años de capa caída, tanto las grandes sagas de simulación que dieron origen al género como nuevas y frescas propuestas están encontrando de nuevo un público interesado por este tipo de experiencias. Skate City se lanzó hace ya un par de años en dispositivos móviles precisamente tratando de ocupar un hueco quizás poco explorado: el del skate zen en dos dimensiones. Claramente inspirado en los OlliOlli de Roll7, este título independiente establece un ciclo de juego más relajado, basado en partidas cortas, y con retos a superar en cada uno de sus tres escenarios.

Incluso con sus buenas intenciones, el resultado final de Skate City deja mucho que desear. En su llegada a nuevas plataformas (ya está disponible en PS4, Xbox One, PC y Nintendo Switch con textos en español) no ha modificado apenas nada para aprovechar las particularidades de cada una de ellas: el apartado gráfico es prácticamente idéntico al de smartphones, con lo que eso conlleva, y en lo jugable se nota que es un proyecto diseñado específicamente para el ritmo que favorecen los dispositivos móviles, algo que no encaja del todo bien en los nuevos sistemas a los que ha llegado.

Tres ciudades, un skate

Viendo el título escogido para esta obra, Skate City, no cabría esperar otra cosa que no fuera una división del juego por ciudades. Este título nos lleva a un total de tres escenarios (en móviles hay uno más que no está disponible en este nuevo port) que recrean en dos dimensiones ciudades conocidas en el mundillo del skate: Los Ángeles, Oslo y Barcelona. Comenzamos por la primera y para pasar a las otras dos tendremos que superar una serie de desafíos para conseguir monedas que nos permiten desbloquear tanto los nuevos escenarios como artículos de personalización (ropa, tablas, ruedas e incluso trucos especiales).

A la hora de jugar en estos escenarios podremos hacerlo de dos maneras: un recorrido libre, sin tiempo límite, durante el cual podremos ir haciendo los trucos que queramos, sacando fotos y cumpliendo objetivos específicos de cada mapa, o desafíos, que son niveles dentro del mapa en los que se nos marcan retos que tenemos que hacer para conseguir entre una y tres estrellas. En cualquiera de estos dos modos jugaremos siempre de izquierda a derecha en ciudades infinitas pero no generadas de forma procedimental.

Controles simples, carentes de dificultad

La mecánica de patinar es otro punto clave dentro de Skate City, obviamente, aunque su aproximación a ella sea mucho más sencilla de lo que vemos en la mayoría de juegos del género: al tratarse de una experiencia zen, los trucos los realizamos de una manera muy simple, utilizando los joysticks, y apenas hay reto en el propio hecho de hacer un ollie o un manual. Quizás haya quien valore esta forma de enfrentarse al juego porque requiere pensar muy poco en lo que estamos haciendo con los mandos, pero quienes deseen un desafío real no lo van a encontrar aquí. De nuevo, es un juego muy automático, hecho para disfrutarlo en ratos muertos, lo que encaja mucho mejor en móviles que en consolas y ordenadores. Precisamente en Nintendo Switch, donde sí se utilizan los controles táctiles, demuestra que la experiencia cambia completamente en comparación a jugarlo con mando tradicional.

Al enfrentarnos a los retos en los que se nos exige una puntuación mínima para conseguir estrellas, la ejecución de los trucos acaba volviéndose algo caótico y un poco ridículo: sólo con mover los joysticks en varias dimensiones ya puedes ir sumando puntos sin necesidad de pensar en prácticamente nada más, salvo en superar obstáculos que vayas encontrando por el camino. Hay una serie de retos que intentan solventar esto, proponiendo carreras contra NPC o forzándote a realizar el truco en una zona en concreto, pero a fin de cuentas es un parche impostado para lo que definitivamente es un fallo de diseño.

Uno de los aspectos menos inspirados de Skate City es lo poco variado de sus desafíos. Cada ciudad tiene alrededor de 20 retos a superar a los que hay que sumarle los objetivos del modo libre, una enorme lista de tareas que a efectos prácticos se traducen en hacer una y otra vez lo mismo en el mismo escenario. Al principio esta cantidad de retos es estimulante, pero poco después comprobamos que los esquemas se repiten una y otra vez cambiando únicamente la puntuación, los trucos o el tiempo necesarios para conseguir estrellas.

Modo foto, gráficos y música lo-fi

Más inspirado está su modo foto, uno de los mejores aspectos de Skate City y probablemente el más desaprovechado. Durante nuestra sesión de patinaje podemos entrar en el modo cámara para capturar la sección que queramos, sacar varias fotos y enviárselas a patrocinadores para conseguir dinero. Ahí podemos modificar el ángulo de la cámara, el tiro (dándole más zoom) y la velocidad a la que queremos movernos. Grabar trucos es algo inherente a la cultura skater, por lo que la inclusión de esta mecánica no sólo es algo que tiene todo el sentido del mundo sino que también está bien llevada. La pena es que está limitada y sólo podemos enviar un total de 10 sesiones al día (aunque podemos grabar todas las veces que queramos), una restricción heredada de nuevo del formato móvil y que no tiene sentido aquí, ni siquiera para enmarcar el ciclo de juego artificial que han pretendido darle.

A nivel estético el juego tiene una doble faceta algo difícil de valorar: sólo hay que ver una captura de Skate City para comprobar que sus escenarios buscan una belleza estilística de corte minimalista, centrándose en la iluminación para ello, pero a poco que nos acerquemos a ver los modelados vemos que es un juego plagado de estrecheces técnicas, con volúmenes extraños en los atuendos, dientes de sierra por todas partes y un diseño de personajes plano, falto de delicadeza. En su apartado sonoro hay pocas quejas, puesto que su banda sonora de estilo lo-fi es quizás lo mejor del conjunto.

Conclusiones

Skate City busca posicionarse como una experiencia zen dentro de los simuladores de skate en dos dimensiones, sin embargo el resultado final carece del carisma y el buen hacer que necesitaría para conseguir dicho objetivo. No es que no tenga virtudes, que se aprecian sobre todo en su accesibilidad, sus paisajes y su música, sino que a efectos prácticos acaba siendo un título demasiado simple para enganchar en un pretendido ciclo de juego diario con partidas cortas. No tardamos mucho en ver todos sus mapas, sus retos (muy reutilizados) y sus trucos, algo que demuestra que su loop quizás pueda funcionar en móviles, pero no en consolas: precisamente ese es el principal problema de este título, que hereda demasiadas cosas de su formato móvil original sin preocuparse por adaptarse a las nuevas plataformas a las que ha llegado, dando como resultado un acabado gráfico y un diseño de juego que no están a la altura.

Hemos realizado este análisis en Nintendo Switch con un código proporcionado por popagenda PR.