Análisis Disney Illusion Island, un entretenido Mickeyvania ideal para jugar en compañía (Switch)
Si vivisteis la época dorada de las consolas de 8 y 16 bits, probablemente recordaréis con mucho cariño los juegos basados en las propiedades de Disney que se lanzaron por aquel entonces. Títulos que, a efectos prácticos, serían el equivalente a lo que son los Triple A actuales, con compañías de la talla de Capcom y Sega detrás de su desarrollo. DuckTales, Disney’s Aladdin, QuackShot, Castle of Illusion, Land of Illusion, Donald in Maui Mallard o Disney’s Magical Quest son tan solo algunos de los muchos ejemplos que podríamos poner de la calidad que atesoraban dichas producciones.
Casi todos ellos tenían en común una apuesta muy clara por las plataformas y cuando no se basaban en alguna película, los grandes protagonistas solían ser Mickey o Donald, motivo por el que no pudimos evitar sentir cierta emoción y nostalgia cuando se anunció Disney Illusion Island, una nueva y bonita aventura repleta de saltos protagonizada por estos dos icónicos personajes, a quienes también se sumarían Minnie y Goofy.
Ahora, con el producto final en nuestras manos y habiéndolo completado al 100%, podemos confirmar que estamos ante una obra entretenida, disfrutable y con unos controles fantásticos, pero que se queda lejos de alcanzar el nivel de sus principales referentes.
Un bonito Mickeyvania
Lo primero que queremos aclarar es que, a pesar de su nombre, no estamos ante una nueva entrega de la saga Illusion que tantas alegrías nos dio en Master System, Mega Drive y Game Gear.
Sí, es una aventura de plataformas de Mickey Mouse, pero tiene un planteamiento muy diferente que le da entidad propia y lo distancia de los juegos de Sega.
Dicho esto, esta vez nos encontramos con un título de plataformas 2D que apuesta por una estructura al más puro metroidvania, por lo que deberemos explorar un gigantesco mapa con todas sus zonas interconectadas mientras conseguimos nuevos poderes, habilidades y llaves que, a su vez, nos permitan llegar a lugares previamente inaccesibles.
Si hay algo que lo diferencia de otros juegos similares es que aquí no hay combates de ningún tipo, por lo que no hay ninguna mecánica que nos permita atacar a los enemigos para librarnos de ellos, obligándonos a aprendernos sus patrones de movimiento para esquivarlos como si fuesen un obstáculo más.
Debido a esto, el "plataformeo" se convierte en la gran estrella de la función, algo que su diseño de niveles se encarga de dejar bien claro, ya que raro será el momento en el que no tengamos que estar saltando, encadenando habilidades, realizando acrobacias, aprovechando los escenarios en nuestro favor y evitando multitud de peligros dispuestos a reducir nuestro contador de corazones.
La buena noticia aquí es que los controles son excelentes, hasta el punto de conseguir que el simple hecho de mover al personaje por cada una de las tres grandes regiones en las que está dividida la aventura resulte en una experiencia muy divertida y gratificante, algo a lo que también ayudan las sobresalientes animaciones de las que hacen gala cada uno de los cuatro protagonistas.
Eso sí, os avisamos que es un juego al que le cuesta arrancar y presentar situaciones más o menos interesantes, ya que estas no empiezan a aparecer hasta que hayamos conseguido varias habilidades, por lo que los primeros compases pueden resultar un tanto aburridos. En cambio, cuando nos proponen encadenar saltos en pared con impulsos aéreos, planeos, balanceos y otras maniobras mientras esquivamos proyectiles y enemigos, la cosa mejora mucho y se vuelve bastante más divertida.
De todos modos, uno de sus principales problemas reside en un diseño de niveles y situaciones que en ningún momento consigue sorprender u ofrecer algo medianamente original o creativo. Todo lo que propone son mecánicas y retos que hemos visto ya en infinidad de juegos, y la ejecución de las mismas nunca llega a ser especialmente brillante, por lo que no nos hemos conseguido quitar de la cabeza la sensación de que en Dlala Studios se han conformado con cumplir el expediente sin atreverse a ir más allá.
No hay ni un solo momento memorable y, al final, todo es una sucesión de secciones plataformeras cortadas por el mismo patrón que cuesta distinguir unas de otras, llegando a abusar de recursos un tanto baratos como hacernos buscar tres llaves para abrir una puerta y poder seguir avanzando, una situación que se repite numerosas veces a lo largo de la aventura sin llegar a aportar gran cosa.
Esto es algo que se extiende a cosas como la poca variedad de enemigos que hay o el reciclaje constante que se hace de muchos mecanismos, lo que diluye bastante la personalidad de las diferentes regiones que exploraremos. Siendo justos, a veces intenta sorprendernos con algo diferente, como una zona que cambia su diseño al pulsar interruptores o la inevitable área acuática (la cual, por cierto, está sorprendentemente bien llevada gracias a lo bien que responden los controles bajo el agua), pero no esperéis mucho más.
Ni siquiera los pocos jefes que hay consiguen estar a la altura, planteándonos unas batallas en las que realmente no pelearemos, pues solo tendremos que esquivar una serie de peligros mientras vamos activando diversos interruptores, algo para lo que deberemos poner en práctica nuestras habilidades "plataformeras". No es que sean malos combates, simplemente carecen de chispa y no hacen nada mínimamente interesante que los haga destacar.
Lo que sí que nos ha parecido un acierto es la posibilidad de jugar toda la aventura en multijugador local para hasta cuatro jugadores, lo que consigue hacer que el viaje resulte más divertido al poderlo compartir con nuestros amigos y familiares. Se ganan algunas acciones conjuntas, como abrazar a un compañero para curar sus heridas, pero al estar todo diseñado para poderse completar en solitario, realmente la colaboración no es muy necesaria. De hecho, la cámara siempre sigue al primer jugador, por lo que el resto debe amoldarse a su ritmo y seguirle por los caminos que decida explorar. Y por cierto, todos los personajes se controlan exactamente igual, así que escoger entre uno u otro es una cuestión meramente estética y de gustos personales.
Aunque el tamaño del mapa pueda dar a entender lo contrario, lo cierto es que se trata de una aventura muy corta. Nosotros llegamos a sus títulos de crédito con un 85% de juego completado en poco menos de 6 horas, mientras que el 100% lo alcanzamos en 7 horas y media. Hay muchísimos coleccionables para conseguir, los cuales se dividen en tarjetas de personajes y enemigos, recuerdos inspirados en los cortos clásicos de Mickey, fotografiar elementos del escenario con la forma de la cabeza de Mickey y Glimts, una especie de fuegos fatuos que, al reunir suficientes, nos permitirán aumentar nuestro número máximo de corazones. No es que sean recompensas demasiado estimulantes, pero para conseguirlas vamos a tener que buscar paredes falsas (muy obvias y fáciles de detectar) y "plataformear" por sitios por los que de otro modo no lo haríamos.
Dibujos animados que cobran vida
Lo que sí que consigue destacar es su apartado gráfico, ya que capta de maravilla la esencia de los dibujos animados con personajes 2D animados a mano, dando como resultado un título realmente bonito y con unos protagonistas tremendamente expresivos que da gusto ver cómo se mueven por la pantalla. Y mucho ojo con sus pocas secuencias de vídeo, concentradas al principio y al final de la historia principal, con las cuales hemos tenido la impresión de estar viendo un capítulo de una nueva serie de animación de estos personajes gracias a su impecable factura técnica. La peor parte aquí se la llevan los fondos, un tanto sosos, poco inspirados y sin ninguna personalidad que les dé un mínimo de identidad.
Por su parte, la banda sonora hace gala de una selección de temas orquestales muy bonitos y que encajan perfectamente con lo que vemos en pantalla, pero que adolecen de ser escasos y muy poco variados, mientras que los efectos son reconocibles y de calidad. Quizá lo más extraño sea la decisión que se ha tomado de no doblar ni traducir el juego al español de España, por lo que tanto las voces como los textos nos llegan en español de Latinoamérica con una traducción en la que se han perdido la inmensa mayoría de divertidos juegos de palabras y chistes que se hacen, lo que nos ha llevado a preferir jugar en inglés, algo que también podréis hacer gracias al selector de idiomas que se incluye en el menú de opciones.
Conclusiones
Disney Illusion Island es un juego entretenido, bonito y con buenos controles que resulta especialmente recomendable para jugar en cooperativo con los más pequeños de la casa, pero que cualquier amante de las aventuras de plataformas sabrá disfrutar sin muchos problemas. No hace nada especialmente mal, pero tampoco consigue destacar ni brillar con su propuesta jugable, ofreciéndonos un diseño de niveles meramente cumplidor, situaciones nada memorables y un desarrollo esquemático y sin sorpresas que suele repetir ciertos patrones. Es una pena que Dlala Studios no se haya atrevido a ir más allá, pero si os apetece un juego desenfadado, sencillo y no muy largo para disfrutar con vuestros amigos y familiares, es muy probable que aquí encontréis justo lo que buscáis.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga que nos ha facilitado Nintendo.