Análisis de Caravan SandWitch, haciendo recados en una carismática distopía mediterránea (Switch, PS5, PC)
Aunque sea una fórmula a menudo denostada que parece casi exclusiva de grandes producciones sin alma, hay algo satisfactorio en eso de recorrer un enorme mundo abierto plagado de iconitos y desde el panorama de desarrollo independiente de videojuegos hay muchos ejemplos que la certifican como una estructura muy interesante si se le sabe sacar partido. El último proyecto que ha intentado hacerlo es Caravan SandWitch, desarrollado por el pequeño estudio Plane Toast (formado por 15 personas) y publicado en PS5, PC y Switch por la editora Dear Villagers.
Recorriendo un mundo abierto distópico a pie y en furgoneta
En Caravan SandWitch, ese mundo abierto adopta la forma de una región semidesértica de inspiración provenzal en la que la protagonista de la aventura debe ayudar a los habitantes de un pequeño pueblo en decadencia para juntos dar con la ubicación de su hermana desaparecida, a quienes daban por muerta pero de la que reciben un misterioso mensaje que da un vuelco a sus vidas. Lo recorremos tanto a pie como en furgoneta, una dualidad que no sólo marca la forma de movernos por el escenario sino también la gama de acciones que podemos hacer en cada uno de esos momentos.
Jugando a pie, Sauge, la protagonista del juego, puede escalar, saltar, activar mecanismos y dialogar con los personajes que se encuentre. Cuando pasamos a controlar el vehículo no sólo nos movemos más rápido, sino que también podemos ir desbloqueando herramientas para interactuar con el entorno de forma diferente: escaneando el terreno con un radar, abriendo puertas con un gancho… Todo ello, eso sí, con la idea de completar misiones principales y secundarias que nos ayudarán a conseguir piezas para avanzar en la trama.
La estructura del juego se centra precisamente en eso: obtener piezas de diferente rareza nos permitirá mejorar el vehículo y eso nos dará acceso a nuevas zonas del mapa. Su ciclo de juego quizás es algo repetitivo, evidente e incluso poco claro con el tipo de objetivos que tenemos que lograr, pero desde el principio pone sobre la mesa esta propuesta para que no nos sorprenda que venimos a lo que venimos: explorar, completar tareas, resolver puzles, charlar con personajes y repetir.
A lo largo de las 8-10 horas que puede durar una partida más o menos estándar, Caravan SandWitch nos anima a perdernos por su mundo posapocalíptico de ciencia ficción; es un lugar marcado por una situación anómala, pero a la que mira con positividad alejándose de otras obras futuristas. Sus personajes tienen mucho carisma y trasfondo, por lo que hacer recados no es fatigoso: dan ganas de ayudar a la gente que vive en Cigalo, no para conseguir más recursos (que también vienen bien) sino para relacionarnos con ellos, entender su historia (narrada con textos y diálogos en español bastante bien localizados) y formar parte de ese mundo.
Una estética cautivadora y algunas estrecheces técnicas
Para entrar en él ayuda mucho su faceta artística, que es de lo mejor de este proyecto: la dirección audiovisual del juego es fantástica, con una paleta de colores muy carismática con la que Caravan SandWitch encuentra un lugar propio lejos de unos lugares tan comunes como son el futuro distópico y la estética mediterránea. También los modelados de personajes son bastante buenos y con una identidad muy marcada, así como el diseño de los escenarios y los tiros de cámara. Todas las piezas de este apartado encajan fantásticamente, incluyendo la banda sonora y efectos de sonido.
Lejos de esa excelencia está el apartado técnico, aunque parece que Plane Toast ha sido consciente de ello en todo momento. No hablamos de que el rendimiento del juego sea malo (hemos jugado en Switch y funciona fenomenal), sino más bien de cómo responden a veces los controles (sobre todo el impreciso plataformeo y la conducción de la furgoneta, que es demasiado arcade) y las animaciones de la protagonista. Se nota que es un juego más o menos amateur, tanto que incluso hay soluciones previstas para posibles errores: si nuestro vehículo se encalla, por ejemplo, aparece un menú contextual que nos permite volver al garaje.
Conclusiones
Caravan SandWitch nos pone frente a un mundo distópico, pero amable, que es una gozada explorar tanto a pie como al volante de una maltrecha furgoneta mucho más útil de lo que parece. Al poco de comenzar la aventura nos cautivan personajes a los que es todo un placer ayudar, dándole una magnífica justificación narrativa a una estructura algo simple y repetitiva que no encandilará a quienes aborrecen los mundos abiertos plagados de iconos a limpiar. Ese formato y algunas estrecheces técnicas son los aspectos que más pesan en esta obra, que por todo lo demás se presenta con un carisma y una estética muy cuidados, capaces de llevar el protagonismo de este primer proyecto del pequeño estudio Plane Toast.
*Hemos realizado este análisis gracias a un código para Nintendo Switch proporcionado por Studio Plane Toast.