Análisis de Full Throttle Remastered (PS4, Xbox One, iPhone, PSVITA, PC)

Los amantes de las aventuras gráficas de corte clásico todavía nos estamos recuperando de la resaca del genial Thimbleweed Park, y ya tenemos aquí otro caramelo que llevarnos a la boca, como es Full Throttle Remastered. Dejando a un lado el eterno y un poco cansino debate de hasta qué punto son necesarias estas remasterizaciones, hay que reconocer que si son como Day of the Tentacle Remastered, bienvenidas sean, ya que Double Fine hizo un gran trabajo al traer este clásico de vuelta.

Ahora con Full Throttle repiten la misma jugada, y han remasterizado con muy buen gusto una aventura gráfica de LucasArts de 1995, redibujando todos los gráficos para adaptarlos a la alta definición y al formato panorámico, pero sabiendo mantener la esencia visual del original, algo que en Day of the Tentacle Remastered clavaron, y que aquí han repetido con el mismo acierto.

Esta aventura se trata de un juego especial para Tim Schafer, el jefe de Double Fine, ya que fue el primer proyecto que lideró en solitario, aunque ya llevara muchos años curtiéndose en LucasArts, en algunas de las obras maestras del estudio.

En Full Throttle se nos cuenta la historia de Ben Throttle, el líder de una banda de moteros, los Polecats, en un juego ubicado en un futuro ahora bastante cercano, el año 2040, en el que la policía se desplaza con aerodeslizadores. Sin comerlo ni beberlo Ben y su banda se ven envueltos en una compleja trama con crímenes y traiciones por culpa de la corporación Motores Corley, uno de los últimos fabricantes de motocicletas que quedan, y en la que su vicepresidente, el siniestro Adrian Ripburger (genialmente interpretado por Mark Hamill), tiene muy oscuras intenciones.

Se trata de una aventura gráfica de desarrollo aparentemente clásico, que reducía la compleja interfaz SCUMM a unos pocos verbos, como coger, patear, hablar o mirar, y los representaba de una manera más vistosa, algo que se pondría muy de moda en los siguientes años. Con un desarrollo muy lineal y bastante encorsetado, vamos avanzando por la trama resolviendo puzles y teniendo que superar algunas escenas de acción que intentan aportar algo de variedad, como peleas sobre la moto. Como os podéis imaginar, estas secuencias no han envejecido demasiado bien, y viendo en perspectiva toda la obra de LucasArts de aquellos años, esta se podría considerar una de sus peores aventuras, lo que no quiere decir que fuera un mal juego, porque el nivel era muy alto.

Después de obras maestras del género como Monkey Island 2: LeChuck's Revenge (1991), Indiana Jones and the Fate of Atlantis (1992), Day of the Tentacle (1993) o el también bastante destacable Sam & Max Hit the Road (1993), llegaba en 1995 este Full Throttle que en nuestra opinión no está a la altura de las mejores aventuras de LucasArts. Ni en el guion, la historia, el diseño o los puzles son de los más inspirados que hemos visto de esta compañía, a pesar de que hay que valorarle que intentó innovar en el género.

Se puede decir que es un juego hijo de su tiempo, que refleja algunas de las inquietudes de aquella época, como el auge del CD-ROM (de hecho, fue la primera aventura de la compañía que solo se vendió en este formato) y las secuencias FMV (full motion video), que irrumpieron en este juego como una virguería técnica que por aquel entonces sorprendía. Los vehículos que vemos en la aventura se hicieron en 3D con modelos poligonales, y hacen un extraño contraste con el resto del apartado gráfico, que está realizado de manera tradicional.

Los desplazamientos con el control directo sobre la moto son curiosos, por cómo están conectados en una aventura gráfica de estructura clásica, y luego hay algún que otro momento de acción directa muy poco inspirado, como una competición de demolition derby, que hoy en día es poco menos que un desastre. En cualquier caso, estas secciones no son el mayor problema del juego, y sí un guion soso y unos personajes sin chispa, unos puzles mal planteados, y un desarrollo que no te deja demasiada libertad. En cualquier caso el nivel de LucasArts era tan alto, que si te gusta el género se puede disfrutar sin ningún problema, aunque no sea de sus mejores obras.

Volviendo a los aspectos técnicos y a valorar la remasterización llevada a cabo por Double Fine, podemos cambiar en cualquier momento entre los gráficos nuevos y los originales, algo que siempre es muy curioso, y también se han remasterizado la música y las voces, por lo que se escucha perfectamente, como un juego contemporáneo. Un trabajo casi intachable en lo técnico, y nuevamente un ejemplo de cómo se debería traer de vuelta un juego antiguo. Es curioso que en el mismo día haya llegado otro ejemplo de esto, como Wonder Boy: The Dragon's Trap, y seguro que no es casualidad, y cada vez se están empezando a cuidar más este tipo de productos.

La guinda la ponen los interesantes comentarios de los desarrolladores, que podemos activar en cualquier momento cuando aparece un icono en pantalla, y que ya pusieron de moda las ediciones especiales de Monkey Island que se lanzaron hace unos años, un extra que suele ser una joya para cualquier amante del género. Aquí se juntan Tim Schafer (el jefe del proyecto), Larry Ahern (jefe de animación), Casey Ackley (jefa de producción), Stephen Shaw (jefe de programación) y Peter McConnell (el compositor de la banda sonora), y cuentan desde simpáticas anécdotas a detalles muy interesantes del desarrollo, como el hecho de que originalmente la aventura iba a ser mucho más grande y ambiciosa, y que se cortaron muchas de sus partes, algo que después de jugarlo se nota.

Además de esto, también tenemos una galería de bocetos, con casi 150 piezas a una resolución muy alta, lo que también es un valioso extra, sobre todo para aquellos interesados en el desarrollo de videojuegos.

Una gran remasterización, una aventura simplemente correcta

Como decíamos al principio del texto, el trabajo hecho por Doble Fine con esta remasterización es igual de cuidado y valioso que el que hicieron con Day of the Tentacle Remastered; el problema es que es un juego bastante peor. Si la remasterización del año pasado es una obra atemporal, que se puede seguir disfrutando hoy en día porque es una aventura brillante, Full Throttle nunca fue un juego sobresaliente, y el paso del tiempo tampoco le ha hecho un gran favor.

En cualquier caso, el esfuerzo realizado para actualizarlo audiovisualmente, los valiosos comentarios de los desarrolladores y su precio razonable, lo hacen recomendable si tenías pendiente esta aventura de LucasArts, o simplemente quieres darte un baño de nostalgia y recordarla.

Hemos realizado este análisis en su versión de PS4 con un código de descarga que nos ha proporcionado Double Fine Productions.