Análisis de CounterSpy (PS4, PS3, PSVITA)
Hay una cosa inevitablemente cierta en CounterSpy: es hijo de su tiempo. Presumimos que en su génesis, sus creadores se pusieron manos a la obra para realizar un juego que pudiese impactar lo máximo posible en el momento de su lanzamiento. Nada que no hagan otras empresas, pero estos parecía que lo habían hecho bien. "Las consolas que más venden son las de Sony, dale", "el espionaje parece que está de moda, dale", "vamos a desarrollarlo con Unity, dale", "los juegos con desarrollo procedural o procedimental están de moda, apúntalo".
Así, nos encontramos que Dynamighty ha creado un juego de espías para consolas de Sony (PlayStation 4, PlayStation 3 y Vita) en Unity, donde ninguna partida es igual que las anteriores, pues se modifican muchos parámetros al entrar en cada espacio de juego, que anunció Sony en junio del año pasado, y que se ha lanzado en agosto de éste dentro del programa PLAY, compartiendo espacio con juegazos como Rogue Legacy, The Swapper y Hohokum.
En CounterSpy manejamos a un espía que, curiosamente, trabaja tanto para el grupo Counter en pos de actuar en contra de los intereses de la Alianza Imperialista (lo que vendrían a ser los Estados Unidos) como de la República Socialista (evidentemente, la versión sin nombre de la URSS). Todo para evitar una catástrofe terrible, como vendría a ser que uno de ellos acabase, en medio de su particular Guerra Fría, de lanzar un misil nuclear contra la Luna, con todas las repercusiones que ello tendría.
El juego se maneja con scroll lateral, con pantallas bastante pequeñas donde normalmente hay algunos enemigos u otro tipo de trampas (por ejemplo, cámaras), y de vez en cuando nos podemos encontrar desde planos u otros objetos de la misión a robar, hasta pequeñas ventajas que así desbloquearemos y podremos comprar a posteriori. Por nuestra parte, tendremos que tener cuidado no sólo con que los enemigos nos derriben, sino también con que no avisen a sus compañeros, y bajen el "defcon", provocando lo que queremos evitar, y teniendo, ahora sí, que reiniciar todo.
Un detalle "de juego actual" que tiene, es la posibilidad de cubrirnos detrás de espacios, momento en el que la cámara pasa a tercera persona, y nos permite disparar como si hablásemos de un Gears of War o derivado. A los clásicos del lugar les podría recordar a Rolling Thunder, de Namco, pero adaptado a los tiempos que corren, y de una manera bastante notable.
Pues, aunque Dynamighty es un estudio novel y no demasiado grande, es inevitable caer rendido a ciertos detalles, especialmente estéticos. A pesar de no gastar demasiados recursos, el juego es llamativo y diferente. Recuerda, inevitablemente, al aspecto que tiene toda la propaganda de la guerra fría, y si nos metemos en misiones de uno u otro bando veremos detalles que nos recuerdan las diferencias entre unos y otros. Desde los uniformes que cada uno de ellos gasta, hasta los símbolos, los anuncios en las paredes, las letras (recordemos que los rusos gastan el cirílico). Luce especialmente bien en Vita, donde queda como juego grande, y en PlayStation 3, donde han tenido el detalle de lanzarlo a pesar de no ser ya el buque insignia del ejército de Sony.
Y cuando te pones al jugar, al principio todo genial. El control es suave, las acciones son variadas, las animaciones están bien realizadas, hay una buena cantidad de sorpresas, el juego es innovador y permite al jugador ver reflejados títulos anteriores. Podemos decir que esos primeros minutos de CounterSpy son los mejores que nos ofrece el juego.
Porque una vez te pones a jugar en serio, empiezas a verle las costuras al título. La idea de realizar fases infinitas con poco trabajo suena muy bien al jugador y genial al desarrollador, pero otorgarle al azar el poder de influir en la creación de la partida puede provocar que el nivel no esté lo suficientemente pulido como el mínimo exigible a día de hoy, recordando más bien a lo que nos encontrábamos en la prehistoria de los videojuegos, o a ciertos juegos realizados por aficionados que no han sufrido un mínimo proceso de control de calidad.
Así, conforme más juguemos a CounterSpy, más fácil es que nos pasen cosas como que al entrar en una fase nos demos de morros contra unos enemigos, o que una cámara nos enfoque sin tiempo para la reacción. Supongo que esto se podría acotar mejor, pero está claro que el problema viene de la misma idea de "vamos a hacer niveles infinitos según entren los jugadores".
Además, Unity para consolas aún no está del todo perfecto. Esto, que a veces no es demasiado problema porque el juego obvia estas limitaciones, se nota un pelín en este título. Nos podemos encontrar con que en determinadas ocasiones nuestros disparos no llegan a los enemigos, o que se den situaciones algo absurdas basadas en el posicionamiento de estos respecto al jugador. Debido, esta vez como "solución chapucera, pero solución al fin y al cabo", a que las fases al repetirse nunca son iguales, si en un momento dado nos encontramos con un problema de éstos, tan sólo tenemos que volver a reiniciar la fase, y rezar para que esta vez no ocurra ese fallo (algo que, para ser sinceros, no pasa mucho, pero pasa).
Por lo demás, CounterSpy divierte. El modo principal "sólo" dura como 2 horas, pero podemos repetirlo todas las veces que queramos, porque siempre será diferente. Además, es relativamente adictivo, porque conforme vayamos desbloqueando nuevas posibilidades querremos usarlas, y para eso tendremos que empezar una nueva pantalla.
Pero se ha quedado en un término intermedio, entre lo que esperábamos que fuese y lo que es. Es un juego con una buena estética y que puede ser divertido, pero que no es memorable. Esa falta de "memorabilidad", teniendo en cuenta además sus compañeros de viaje (todos ellos más o menos juegos destacados de la actualidad, de una manera u otra), es su mayor falta. Una verdadera pena, porque realmente lo tenía casi todo para funcionar, pero le ha acabado faltando una última cocción, o haber manejado mejor los ingredientes.