Análisis de Pid PSN (PS3, PC, Xbox 360)
Sería absurdo volver a repetir la charla de cómo esta generación ha abierto la puerta a juegos independientes, con las consiguientes experiencias innovadoras que ellos nos brindan. Podríamos ilustrar estas palabras con decenas de ejemplos, y decir todo lo que ellos representan, pero por suerte ya sabéis a lo que nos referimos. El último producto en sumarse a la imaginaria lista de ‘títulos independientes a tener en cuenta’ es Pid, un juego de plataformas bidimensional de corte clásico aunque con obligadas inclusiones que dan un giro a la jugabilidad del mismo.
Pid comienza, como muchos juegos clásicos, con una imágenes que relatan la particular historia de un niño que, cuando va a coger el autobús escolar acaba en un extraño planeta del que tendrá que escapar para poder volver a casa, con la ayuda y ante la oposición de algunos de los lugareños. Contaremos con la particularidad de un rayo antigravitatorio, que será la clave jugable que diferencie a Pid de la inmensa mayoría de juegos de desarrollo lateral del mercado. Veamos si Pid cuenta con bondades suficientes para destacar en el cada vez más poblado mercado de juegos independientes.
Bondades jugables
Pid se apoya en un sistema de juego principalmente tranquilo, en el que la clave para progresar es combinar plataformas con un rayo antigravitatorio, como hemos mencionado anteriormente. Nuestro personaje protagonista puede lanzar una pequeña luz que proyectará un rayo perpendicular a la superficie en la que esta luz caiga. No podremos apuntar para lanzarla (hasta que progresemos bastante en el juego), sino "dejarla caer" unos centímetros frente a nosotros o en una pared cercana. Esto complicará mucho más las cosas, pero Pid no es, desde luego, un juego sencillo.
Nuestro personaje permite lanzar hasta dos rayos simultáneos, de duración limitada, y que además podemos cancelar en cualquier momento. Si nos ponemos en el halo de acción del rayo, seremos propulsados en esa dirección, ya sea vertical u horizontal, y mientras viajamos por ese halo, podremos controlar ligeramente nuestra dirección y velocidad dentro de mismo. Pero este rayo no sólo nos afectará a nosotros, sino que hará lo propio con cualquier enemigo, proyectil nuestro o ajeno, elemento para resolver puzles, etcétera, por lo que la combinación y la cancelación de rayos en el momento adecuado se convertirá en un elemento clave a la hora de progresar en la historia.
De igual modo, Pid apuesta por las plataformas clásicas. No hay doble salto, y pulsar más tiempo el botón nos permitirá saltar más alto. El juego tiene secuencias en las que, de hecho, no podemos utilizar el rayo antigravitatorio, por lo que nuestra única manera de progresar será la habilidad plataformera de la que gocemos. También será muy importante para encontrar zonas ocultas, que obviamente se encuentran alejadas y bastante inaccesibles. El control a la hora de jugar es muy correcto, y aunque a veces hemos echado de menos un poco más de precisión, en general responde bastante bien.
Bondades audiovisuales
Pid es, como ya hemos dicho, un juego de desarrollo lateral, pero cuenta con un apartado gráfico poligonal digno de mención. Este título no es un prodigio técnico ni apuesta por parajes preciosistas para encandilar al jugador, pero el diseño artístico hace que la experiencia destaque desde los primeros instantes. Empezamos en escenarios oscuros, confusos, que nos guían por los primeros pasos de juego, y darán lugar a enclaves que varían entre una ciudad, una cocina, un castillo o una estación espacial. Cada uno además, cuenta con una particular tonalidad cromática, que alterna fríos y mecánicos fondos, con coloridos y detallados entornos o profundas fases que apuestan por tonos casi monocromáticos.
Los enemigos y criaturas que pueblan este extraño planeta también se vuelven rápidamente característicos, ya que combinan una siniestra apariencia robótica con alma humana. Vemos cómo sufren los excesos de la conspiración que sirve de trama para el argumento, y que la mayoría ni siquiera alcanza a comprender lo que sucede. El diseño de estas criaturas es variado y difiere ligeramente entre las distintas zonas, aunque la mención de honor va dirigida a los jefes finales. Son grandes y muy carismáticos, y su rutina de ataque está diseñada inteligentemente y con mucha inspiración clásica. Es por esto que, aun siendo bastante difíciles de derrotar, nos hemos quedado con ganas de ver más.
Por último, destacar las melodías que nos acompañan durante toda la aventura. Son composiciones que demuestran el gran trabajo que se ha realizado durante la programación de juego, y que ponen la guinda al aspecto audiovisual. Por buscarle alguna pega, decir que en un particular momento –por ejemplo, una batalla contra un jefe final en la que nos maten cincuenta veces– podemos llegar a encontrar esa pieza en particular especialmente "machacona", pero no tenemos ningún problema que achacar realmente a la música o los efectos. Para rematar la faena, como no hay voces en el juego y todo se relata mediante textos, el juego ha apostado por incluir una gran traducción al castellano.
Bondades como conjunto
Pid ofrece una interesante propuesta jugable y una personal presentación audiovisual, pero también ofrece otros aspectos para el jugador. Lo primero es que, aquellos que deseen disfrutar del juego en ordenador, podrán recurrir al teclado o a un mando tradicional si así lo prefieren. Es totalmente configurable, y podemos vincular el movimiento a la cruceta o al stick analógico, y repartir las distintas acciones de la manera que nos resulte más cómoda. Un detalle que sin duda es de agradecer partiendo del hecho de que también está disponible en PlayStation 3 y Xbox 360.
El título es además, largo y difícil. Los jefes finales harán aflorar toda la colección de insultos que guardamos para ese momento de máxima tensión jugadora, y nos obligarán a poner toda nuestra atención y habilidad en el combate. No tenemos límite de vidas, por lo que podremos reintentarlo todas las veces que queramos desde el último, y a veces lejano, punto de control, pero aun así, no será fácil acabar con éxito. Además de la extensa colección de escenarios que hemos mencionado y la dificultad de algunas secuencias, cuenta con gran cantidad de secretos por descubrir; secretos en ocasiones realmente complejos de encontrar.
No podemos olvidar que cuenta con dos modos de dificultad y la posibilidad de jugar con un compañero (aunque sólo sea en la misma consola) alargará la vida del título. Jugar en cooperativo supone, además, tener hasta cuatro rayos antigravitatorio, lo que será especialmente útil para alcanzar algunas zonas ocultas. También es posible tener distintas partidas guardadas, por si queremos superarlo de manera individual y en cooperativo a la misma vez o tenemos a varios usuarios en el ordenador o consola.
Conclusiones
Un agradable juego independiente que combina como pocos puzles y plataformas. Sorprende durante su desarrollo innovando con nuevas maneras de utilizar nuestros poderes y habilidades para progresar, mientras que recorremos una cantidad nada despreciable de variados escenarios. Apuesta por una dificultad alta, que se acentúa en los jefes finales, y que podría desesperar a los jugadores acostumbrados al sistema de puntos de control omnipresentes de muchos juegos actuales, pero que sin duda recordará a la de los juegos clásicos de 8 y 16 bits. Un título de un ritmo generalmente pausado, pero más que recomendado para los que busquen un juego de corte clásico, con bastantes horas y complejo, y que además se apoya en un carismático aspecto audiovisual para atrapar al jugador.